Multifacético. Jaime De Lara tuvo la sabiduría de no cubrirse de falsa modestia para recordar sus incursiones en turismo, aventura, publicidad o arte. 
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El mundo se perdió ayer la posibilidad de un nuevo invento y seguro de una sonrisa si el ‘Gringo’ De Lara reflotaba alguna de sus innumerables experiencias. “Mi nombre es Gringo y mi apodo es Jaime”, podía presentarse en alguna entrevista este inclasificable personaje que ayer, a los 73 años, falleció en el Hospital Marcial Quiroga luego de sufrir un ACV en septiembre del año pasado.

Nació el 22 de septiembre de 1943, fue el primero de 5 hermanos y creció, en una familia acomodada económicamente, durante la reconstrucción de San Juan luego del terremoto. Su espíritu inquieto de veinteañero lo llevó a conocer la adrenalina del carrovelismo e integrar el grupo pionero en los años 70. Y casi sin querer terminó siendo modelo publicitario. “Marlboro no podía hacer campaña publicitaria con su cowboy en el país y encontraron en esta actividad lo que necesitaban”, describió años después. Y él, quien hasta recibió piropos de Mirtha Legrand, fue el que ocupó el lugar del vaquero. “En aquella época me gustaba seducir -solía admitir- y me iba bien”.

La aventura del carrovelismo y la irrupción como modelo abrió cientos de caminos que De Lara tuvo la osadía de recorrer la gran mayoría.

 Su llama creativa lo llevó a confeccionar con amigos las primeras ‘guanaqueras’, estancieras acondicionadas para poder hacer turismo aventura, cuando el concepto ni existía. Desplegó también su pasión por la fotografía y fue recorriendo la provincia en toda su extensión.

Eloy Camus lo captó para que sea funcionario en el área de turismo. El gobernador fue derrocado en 1976, pero De Lara continuó con el cargo, “en mi estado de inocencia, porque no sospechaba que el proceso sería lo que fue”, reconocería luego. Volvió a esa función en el año 2000, con el gobierno de Avelín.

De todos sus oficios, el de creativo publicitario fue el que eligió como carta de presentación, al bautizarlo su ‘currus vivendis’. Los grandes carteles en la vía pública fueron su sello indeleble, como la botella de vino gigante que rotaba.

Por eso queda como anécdota su última participación como actor en la novela El Sheik, o los inventos que diseñó. Con Blanca López, fue padre de María Dolores, María Victoria y Agustín, los coprotagonistas de un auténtico loco lindo.
 

La vanguardia
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El adjetivo de ‘precursor’ mostró sus dos caras al Gringo De Lara. Afirmaba que al principio era todo perfecto, pero luego se dio cuenta que “estar veinte años adelante, lamentablemente, provoca que tus ideas no son aceptadas en ese momento”.
 

 

Su presentación
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“Soy el largo viaje de los genes. Soy lo que vi, soy lo que escuché. Soy un montón de personajes que luchan entre sí sin saber bien quiénes son”, fue la autodefinición que repitió varias veces De Lara. También, que quería que sus cenizas vuelvan a la Pampa del Leoncito.