Todas se conocen desde hace 32 años, cuando llegaron a vivir al Barrio Balcarce, en Santa Lucía. Pero, a pesar de la buena relación de convivencia, jamás compartieron un proyecto en común. Hasta ahora. Hace unos meses asumieron la dirección de la unión vecinal que estuvo sin funcionar desde el 2004, cuando la última comisión directiva decidió abandonar el barco por falta de socios y por el desinterés de los vecinos en trabajar unidos por el bien y prosperidad de la comunidad. Se trata de 9 mujeres que decidieron unir fuerzas y trabajo para concretar una serie de obras para el progreso del barrio. Un caso similar ocurrió el año pasado, cuando un grupo de vecinas del barrio Manantiales, de Capital, asumió la conducción de la unión vecinal que estuvo 9 años sin funcionar.

Cansadas de ver cómo los vándalos destruían el edificio sin terminar de la unión vecinal y de que el predio fuera usado como basurero o depósito de escombros, Ibone Silva, Beatriz Tonón, Alba Díaz, Myrian Tapia, Elina Illanes, Dolores Marín, Marqueza Césped, María Aráoz y Claudia Yáñez decidieron tomar cartas en el asunto. Formaron una comisión directiva para dirigir la entidad, para recuperar el edificio y para incentivar a los vecinos a embarcarse en el proyecto. Lo más difícil, según ellas, fue precisamente convencer al vecindario de que estaban decididas a trabajar en serio, ya que las gestiones anteriores fracasaron por no contar con la adhesión de los vecinos. Concretar algunas obras fue la herramienta que usaron para demostrar su compromiso. Todo con dinero de sus propios bolsillos.

"Después de limpiar todo con escobas, palas y carretillas, decidimos continuar con el edificio abandonado de la unión vecinal -contó Ibone Silva, presidenta de la comisión-. Como aún no teníamos socios que aportaran una cuota monetaria, decidí usar mi tarjeta de crédito para comprar materiales de construcción en cuotas. Y las chicas comenzaron a hacer rifas y otras actividades para juntar plata para pagar esas cuotas. Tuvimos suerte".

Ibone contó que lograron revocar el interior del salón, hacer una pared divisoria para contar con una cocina y una oficina, y reponer las rejas de las ventanas que se robaron los delincuentes. Obras que sirvieron para captar 80 socios que aportan una cuota mensual de 3 pesos.

La presidenta de la comisión directiva sostuvo que este aporte servirá no sólo para concretar la sede de la unión vecinal, sino para mucho más.

"Tenemos proyectado construir un playón deportivo donde los chicos puedan practicar fútbol 5, vóley, básquet y patinaje porque cerca no hay un lugar donde los chicos puedan practicar algún deporte en forma gratuita -sostuvo la presidenta-. También queremos que dentro del predio funcione un centro de jubilados, una biblioteca popular con computadoras, un centro de salud y hasta un camping. La idea es que la unión vecinal sea un verdadero centro de servicios para el barrio y sus alrededores".