Las mantas tendidas en el césped se multiplicaban por doquier. Sobre ellas, estaba el infaltable mate, las galletas y pastafrolas, las gaseosas, los chupetes, las mamaderas y juguetes de todo tipo y tamaño. Los niños fueron los que se robaron el protagonismo en el Parque de Mayo y le pusieron su propio color al 21 de septiembre.
Mientras los padres jugaban a las cartas o conversaban, con la música a todo volumen en sus celulares, los más pequeños saltaban en peloteros o simplemente corrían de un lado a otro. Muchos se concentraron en una cancha de fútbol y otra de vóley, especialmente armadas, en la que improvisados equipos se turnaban para competir.
Las mamás adolescentes marcaron tendencia. Con sus bebés en brazos, conversaban animadamente con sus amigas y las únicas pausas eran para cambiar pañales o preparar mamaderas. La mayoría eligió reunirse después de almorzar en sus casas y comentaban que se quedarían en el Parque hasta que sus hijos ‘aguantaran‘. Por supuesto, el deseo de todas era poder escuchar aunque sea un par de canciones de Dread Mar I o de la Banda XXI.
Los jóvenes con los que compartían este fanatismo musical eran pocos en las calurosas horas de la siesta y sólo pequeños grupos se atrevieron a guardar su lugar frente al escenario, en la intersección de Libertador y Las Heras.
Con este panorama, el tono de la tarde era más que tranquilo. No había problemas para encontrar un lugar para ubicarse ni basura desparramada por todos lados.
La cantidad de cochecitos era casi directamente proporcional a la cantidad de policías que hacían sus rondas por el Parque y hasta los controles para evitar el ingreso de alcohol no habían tenido mayores sobresaltos y grandes incautaciones.
Postales de un Parque de Mayo distinto, que ayer perdió la chapa que lo convirtió durante años en el bastión favorito de la juventud.
Un festejo con muchos niños, pañales y juguetes
Los niños fueron los que se robaron el protagonismo en el Parque de Mayo y le pusieron su propio color al 21 de septiembre.

