De alpargatas, bombacha negra, camisa turquesa y saco bordado haciendo juego, Cristian José Castillo Romero recibió ayer su bautismo. Es el miembro oficial más joven de la Federación Gaucha Sanjuanina y desde que nació, hace 7 meses, participa en cuanto encuentro gaucho hay en la provincia. Durante la celebración, realizada en la Basílica de la Inmaculada Concepción, su papá y su mamá también usaron atuendos gauchescos. Ambos miraban con una particular ternura y emoción al bebé, ya que lucharon durante 23 años para poder tenerlo.
"Este niño es un milagro de Dios porque sus papás lo esperaron mucho tiempo y se encomendaron a la Virgen de la Dulce Espera para que llegara", anunció el sacerdote antes de volcar el agua bendita en la cabeza de Cristian, y toda la gente que estaba en la iglesia respondió con un aplauso. Es que Patricia (40), la mamá de Cristian, y José Luis (43), el papá, hicieron todos los tratamientos a su alcance para poder tener un hijo, pero la mujer no quedaba embarazada. "En el año 2003 estábamos cansados, decidimos dejar todos los tratamientos de embarazo y ponernos en manos de Dios", contó Patricia. Y siguió diciendo que "hicimos muchísimas promesas, hasta que, por fin, 6 años después llegó Cristian. Por eso decimos que nuestro hijo es un milagro de Dios".
Cuando Cristian nació no sólo se transformó en un niño mimado por sus papás sino por todos los integrantes de la Federación Gaucha Sanjuanina. Es que con sus 7 meses es el socio más pequeño de la institución y participa con sus padres de todos los eventos de la entidad. "La primera vez que lo llevamos a una fiesta gaucha tenía tres meses, fue en el Aniversario Gaucho de Chimbas. A partir de ahí lo llevamos siempre, estuvo hasta en la Cabalgata a la Difunta Correa", contó José Luis, que está ligado al mundo gaucho desde pequeño y después trasladó ese estilo de vida a su esposa.
"Nos encantan los caballos y todo lo que tiene que ver con la tradición", contó Patricia. Esa pasión fue lo que los llevó a bautizar a su hijo con el atuendo tradicional que ellos mismos confeccionaron. "Yo cosí la ropa y el papá le hizo la rastra de cuero que está usando ahora", dijo con orgullo la feliz mamá, que es equinoterapeuta y está empezando a desarrollar un proyecto para crear una granja educativa para chicos discapacitados. "Esperamos poder seguir participando en todos los eventos de la Federación e inculcar amor por la tradición a nuestro hijo", auguró la mujer.

