Cuando Angelo Polenta y su esposa Palma llegaron al país buscando porvenir, quizás no imaginaron lo que conseguirían después. Es que la familia, que desde el primer día en Argentina pasó a llamarse Pulenta por esas cuestiones de quienes se encargaban de escribir los nombres de los recién llegados, se convirtió en sinónimo de vinos y bodegas, llegando a conformar una de las empresas más grandes de la Argentina. Si bien los descendientes de Angelo vendieron y se diversificaron con sus emprendimientos a fines del siglo pasado, en San Juan el apellido se continúa con una bodega en San Martín, la Augusto Pulenta.

Todo comenzó cuando Angelo llegó al país en 1902 y luego de emplearse como contratista de finca, su tesón, trabajo y ahorro hicieron que en 1914 comprara su primera parcela de viñedos. Ese fue el puntapié inicial para que los Pulenta llegaran a ser unos de los grandes actores de la industria. Angelo y Palma tuvieron 8 hijos, entre ellos Augusto, y tras la muerte de los papás, los descendientes se hicieron cargo de las fincas. El empuje hizo que de los viñedos pasaran a las bodegas, siempre en constante crecimiento. Los hermanos fueron dejando San Juan y afianzando la empresa en otros puntos del país.

A fines de los ’90, los Pulenta eran grandes protagonistas en el mercado y manejaban el poderoso Peñaflor.

Fue en 1997 que la familia Pulenta en pleno decidió vender su participación accionaria de Peñaflor a un grupo estadounidense. Pero eso no significó que se desvincularan de la actividad. Mario Pulenta, hijo de Augusto, continuó con la actividad con viñedos y un antiguo establecimiento que era propiedad de la familia. Ahí nació la bodega Augusto Pulenta.

El complejo, en el que fiel al legado ancestral está involucrada toda la familia de Mario, conservó y refaccionó el viejo casco, que data de 1901. Sus paredes de adobe sostienen estructuras de madera de pinotea francesa (traídas a San Juan por tren desde el puerto de Buenos Aires hace más de 100 años), sus sótanos están constituidos por pequeñas vasijas de ladrillos sobre cuyos pórticos se erigieron otros más; además conserva el viejo molino para sacar agua, uno de los más antiguos de la zona.

La bodega mixtura rasgos de antigüedad con lo más moderno de la tecnología en maquinaria importada. Tiene una capacidad de 1.500.000 de litros y su compromiso pasa por elaborar vinos de calidad. La bodega Augusto Pulenta comercializa los vinos Valbona Varietales, Valbona Tradición (roble y blancos) y su producto insigne, el Augusto P.