Decidieron llamarlo El Rincón de la Lectura. Y por lo llamativo, es un espacio que invita a sentarse y leer. Actividad que se convierte en un verdadero placer por las características del lugar. Y es que allí los lectores están rodeados por todo un decorado que los incita a la aventura. Este espacio se encuentra en la Escuela Antonio Torres y es el resultado del trabajo de todo un año realizado por un grupo de padres para los alumnos.
El éxito de la idea fue inmediato. Y eso se nota en las caras de los chicos cada vez que sus maestras los sacan de las aulas para llevarlos a ese rincón especial. El lugar despertó en los chicos una sana pelea por llegar primero para tener el mejor lugar, sentarse en el piso y abrir sus libros como si se tratara de toda una aventura. Situación que no se repite en otro lugar que no sea este, donde la lectura parece ser más divertida. El decorado tiene que ver con este logro. Se trata de la representación del ecosistema acuático. Peces, tiburones, tortugas marinas, pulpos, caballitos de mar, rayas, ostras, y un gran número de figuras en relieve pegadas en la pared parecen estar sumergidas en un océano de pintura esmalte sobre el muro que ilustra la escena.
La idea surgió el año pasado de la maestra de Plástica, Miriam Llarena. Y la propuesta tuvo apoyo inmediato, tanto de los directivos del turno tarde del establecimiento como de algunos padres que forman parte de la cooperadora escolar. Este grupo se reunió durante varias horas un día a la semana por casi un año. "El proyecto inicial incluía madera y otros elementos, pero, como no contábamos con mucho presupuesto, tuvimos que abaratar costos. La cooperadora de la escuela fue la que nos ayudó a terminar la obra", dijo Llarena.
Así fue como armaron las figuras con papeles y mucha cola para que tuvieran relieve y usaron cartulinas para los detalles. Todo eso fue pegado en la pared. Y con esmalte sintético se completó la obra haciendo una pintura que representa el fondo del mar. El lugar tiene, además, dos bancos de madera, hechos por uno de los padres con cajones de verduras. Y una gran cantidad de trapos de piso de colores, que llevaron los niños y que fueron unidos por otro padre, sirve de alfombra para sentarse. Y, para agregar entretenimiento al espacio, una docente donó un teatro de títeres.
"El objetivo era que los alumnos tuvieran un lugar placentero para leer y poder crearles el hábito de la lectura a través de una forma gustosa. Por eso, si bien el trabajo fue de padres y docentes del turno tarde, el rincón es compartido con los chicos de la mañana", comentó la subdirectora de ese turno, Teresa Viviani.