“Verde” gritaron a coro cuando les preguntaron qué color debe tener el semáforo a la hora de cruzar la esquina y ante otra pregunta, con el dedo, señalaron el cartel que indica que se aproxima una escuela. Y mientras algunos chicos escucharon la charla de seguridad vial, Sofía, Luz María y Macarena trataron de no chocar dentro del circuito improvisado. Y fue así que el playón del Parque de Rawson, donde funciona una de las colonias gratuitas, se convirtió en un kartódromo donde estuvo prohibido exceder la velocidad.
Los carteles de Pare y las señales que indican las curvas fueron algunas de las reglas viales que los conductores debieron respetar. Y como si fueran expertos al volante, los varones fueron los que más rápido le agarraron la mano a los kartings. Sin embargo, las nenas fueron las que respondieron las preguntas con mayor rapidez.
Todos pasaron por los kartings, pero los chicos tuvieron que ser separados en grupos. Es que se amontonaron al ver los vehículos. Así, divididos por edad y en grupo de 5 chicos, subieron a los kartings, se abrocharon los cinturones de seguridad y emprendieron la aventura. Cada curva fue un desafío y cada vez que les indicaron que debían estacionar, la cara de desazón fue una postal repetida. Es que los chicos se divirtieron tanto que se olvidaron de la anhelada pileta.
“Girá, girá”, le dijo una de las profesoras a Celina, que se salía del circuito. La pequeña de 10 años nunca había usado un karting y las curvas resultaban una tarea difícil. A pesar de esto, al cabo de tres vueltas Celina y sus compañeras se transformaron en buenas pilotos. Y al igual que esos gritos, se escucharon los de otros chicos que retaron a sus compañeros cuando no respetaban las señales de tránsito.
El kartódromo y toda la folletería sobre tránsito fueron llevados por personal del programa de Educación Vial de Rawson y recorrerán todas las colonias de ese departamento. De esta forma harán que cerca de 1.500 chicos aprendan nociones básicas, que deberán tener en cuenta cuando sean mayores y que ahora les transmitirán a sus padres. “Hasta cuando viajamos en bicicleta tenemos que hacerles caso a los carteles”, sintetizó Mariana.