El que hizo rabiar a la policía fue un perrito, que andaba por ahí y cada tanto se metía en la huella, por donde circulaba el Dakar. Los efectivos salían a correrlo, pero no podían atraparlo. La gente se mataba de risa, luego un gendarme lo salió a buscar en un cuatri y no pudo alcanzarlo. Después, el mismo perro se cruzó justo cuando venía uno de los primeros autos, menos mal que pasó primero. Fue lo más cómico de toda la jornada. Alrededor de 25 gendarmes y 25 efectivos policiales se hicieron cargo del operativo en la Quebrada de La Flecha, que no tuvo inconvenientes. Excepto, la moto del suizo Seel, que en vez de doblar a la derecha por la curva siguió de largo y casi atropella a los gendarmes. Varios también leyeron mal las huellas, cuando pasaron la curva, porque en vez se seguir derecho doblaron a la derecha, donde había gente pero, por suerte, no pasó nada. Euforia. La gente no sólo se volvió loca cuando pasaban los primeros autos, motos, cuatri, camionetas y ni hablar de los camiones, sino también cuando los motociclistas levantaban la mano saludando cuando los camiones tocaban la bocina. Y alrededor de las 15.30, cuando pasó el primer camión la gente despejar el lugar hasta quedar la Quebrada casi vacía. En el paso de los últimos camiones, aunque los espectadores eran escasos, igual se hacían escuchar con gritos, y hasta hacían flamear varias banderas. En lo alto. A lo lejos, se divisaba que en lo más alto del cerro, había un jovencito que montaba un caballo de color marrón. Estuvo casi una hora esperando la carrera, y cuando pasaron algunas motos se bajó por una huella, que conoce como la palma de su mano. Casi incendio. Entre medio de los autos casi ocurre un accidente. Es que habían encendido una garrafita que perdía gas por lo que se prendió fuego y casi explota. Afortunadamente llegó a tiempo un bombero con un matafuegos y la historia no pasó a mayores.