"Disculpe", dice una mujer que acaba de chocarse con el hombre que venía caminando frente a ella. Es que, por mirar un mesón repleto de collares y pulseras de madera, no miró al frente, donde estaba lleno de personas caminando o, como ella, mirando al costado. La imagen ya es un clásico de las tardes noches en la peatonal Rivadavia que, desde que los artesanos tienen permiso para vender sus productos, se transformó en un shopping de artesanías.

A pesar de no tener autorización, hace años que los artesanos usan la peatonal como lugar de venta. Pero, desde que el municipio los acreditó y les autorizó trabajar allí, el número creció. Como consecuencia, el tramo que va desde la calle General Acha hasta la Tucumán es el nuevo paseo de compras del centro.

Allí, la oferta es variada. Hay desde utensilios de madera y carteras de cuero, las preferidas de las señoras que caminan por la peatonal, hasta trenzas para el pelo, collares y pulseras, las que más atraen la atención de los jóvenes. Y alternativas se renuevan todos los días. Pero el espacio que atrae a mayor cantidad de gente y de todas las edades, es donde se ubican los artistas que pintan paisajes con aerosol sobre cartones. A ellos la gente los rodea y muchos se acercan en puntas de pie para ver qué hay detrás de tanto tumulto. La mayoría de las personas ve cómo pintan, pero muy pocos compran. Por eso, idearon un método para ganar dinero: ofrecen números a 2 pesos y, después de realizar su obra, la sortean.

Como ellos, hay otros artesanos que, mientras venden, elaboraran el producto. Muchos atan los hilos de colores a su pierna o a un árbol y los trenzan. Así, los compradores pueden ver el proceso de elaboración, el producto terminado y hasta elegir la combinación de colores que prefieren.

Los diseños, expuestos en mesas o en el piso sobre telas, son llamativos y muchos de los caminantes se paran a verlos. Inmediatamente, los artesanos que saben cómo vender sus productos, lanzan el conocido "podés levantar lo que quieras para mirarlo", y comienzan a describir cómo trabajan cada material para crear el producto. La pregunta obligada de los potenciales compradores es "¿cuánto cuesta?". Después, algunos optan por la compra, otros siguen su camino.

Los días de semana el shopping de artesanías abre alrededor de las 19.30, ya que, según la normativa, sólo pueden comenzar a vender una hora antes de que cierre el comercio. Esos días se reúnen alrededor de 20 vendedores. El día más concurrido es el sábado, cuando los artesanos pueden exponer su mercadería durante toda la tarde y llegan a reunirse más de 40 mesones con distintos productos al alcance de la mano de las personas que caminan frente a ellos.

En cuanto a los espacios, no hay uno designado para cada artesano. Pero, según cuentan, existe un código entre ellos. Cada uno se coloca siempre en el mismo lugar y no invade el del otro. Eso no sólo se transforma en un beneficio para los vendedores, sino también para los compradores habituales del paseo, que ya saben dónde ir a buscar cada cosa.