Pedernal es un valle protegido por una barrera natural, el cerro Pedernal Hill, rodeado de las paredes de un cañón que exceden los 2700 metros. Callia eligió para su finca un pequeño valle escondido a 1400 metros sobre el nivel del mar, con inmensos afloramientos de roca, protegido de plagas naturales y lejos de la civilización, que crea un terruño ideal para el crecimiento natural y orgánico de la uva.
Históricamente, este valle estuvo dedicado a la actividad ganadera a campo abierto, aprovechando la vegetación natural y la disponibilidad de agua de arroyos de deshielo y vertientes naturales.
Es en los inicios de la década del 90 cuando comenzaron a implantarse y luego cosecharse los viñedos que dieron resultados óptimos. Ya en aquel momento se puso en la mira de la vitivinicultura local y nacional gracias a la producción de grandes diferimientos impositivos y una pequeña bodega de la familia Graffigna.
Los vinos elaborados con uvas procedentes de Pedernal se han caracterizado por su gran color, aromas intensos y gran estructura en boca.
Posee un clima continental y frío. En general, es seco y soleado los 365 días del año. Los niveles anuales de precipitaciones son bajos: 150 milímetros en promedio, principalmente en verano. Suele nevar en promedio dos a tres veces por año, en invierno.
Uno de los motivos por los cuales el Grupo Salentein elige el lugar más alto de la zona para levantar su finca fue debido a la cercanía de las montañas – entre el cerro de Pedernal y la precordillera- , el valle funciona como un túnel o pasaje por el cual el viento circula de sur a norte, generando una brisa prácticamente permanente que colabora con la sanidad de los viñedos.
Ni hablar del suelo. Se podría decir que es el paraíso de los geólogos porque se pueden encontrar cientos de tipos de piedras. Son suelos aluviales constituidos por gravas de distintos tamaños, morfología y composiciones (hay piedras calcáreas, de sílex, entre otras), complementados con materiales finos como arenas, limos y arcillas depositados en capas.
El agua proviene de acuíferos subterráneos que se nutren con el deshielo de las altas cumbres de la Cordillera de los Andes.
