Cuesta dejar de observar las 4 lámparas colgantes de acero inoxidable y policarbonato, de más de 40 kilos cada una, obra de un arquitecto salteño radicado en Italia. Las escaleras de travertino dan un toque especial al hall central cuya luminosidad es su característica principal. Las puertas y ventanas de vidrio permiten que se pueda ver desde los jardines internos hasta la enorme fuente cuadrada de la Plaza del Bicentenario. Allí nada es azaroso. Delicado, de buen gusto y con una tecnología que sólo se ve en la mejores salas europeas, el Teatro del Bicentenario está en cuenta regresiva para abrir sus puertas. La inauguración será el próximo viernes y ayer se hizo un recorrido por las entrañas del edificio. Es lo que se podrá ver desde fines de noviembre cuando comiencen las visitas guiadas por el lugar.

Los 18 mil metros cuadrados que tiene el teatro no tienen desperdicio. Cada lugar posee un diseño pensado. Entre los espacios más llamativos se encuentra el palco presidencial. Este es el sitio privilegiado en cuanto a su ubicación. El teatro tiene forma de herradura, con una capacidad para 1.129 espectadores y este palco está exactamente en el centro porque desde allí se obtiene el mejor panorama. Con baños y guardarropas especialmente para quienes vayan a este palco, está totalmente aislado de los pasillos. Tiene una capacidad para 33 espectadores. Según dijo Eduardo Savastano, el director general del teatro, a este palco podrá acceder cualquier persona que adquiera la entrada correspondiente al lugar.

Todo está minuciosamente pensado. Tanto así que las butacas que instalaron están preparadas para no hacer ruido cada vez que la gente se levante. Llama la atención el diseño de los jardines interiores que tiene el museo.

El foso de la orquesta es otro de los sitios obligados del recorrido. Está a un nivel inferior de la platea (en el subsuelo) y permite la interpretación en vivo de una orquesta de hasta 100 músicos en obras que requieren puesta escénica.

Las butacas rojas resaltan entre los detalles de madera de la sala principal. Las cortinas marrones son un elemento para aislar cada espacio y una alfombra roja cubre todo el piso de este espacio.

Otro detalle a destacar son las salas de ensayo que también están en el subsuelo. Ayer se pudo ver allí a las bailarinas sanjuaninas que aspiran un lugar en la presentación de Carmina Burana, obra con la que se inaugurará el teatro el próximo 21 de octubre.