Ya habían rezado y entonado algunos cánticos, pese a que la imagen de María Auxiliadora aún no salía de la parroquia del colegio Don Bosco. Y cada tanto agitaron sus pañuelos o aplaudieron sin moverse de frente al templo para ver salir a la Virgen. Cuando llegó ese momento, algunos hasta lloraron. Fue ayer, en la previa de la peregrinación en honor a esta advocación de María, en la que participaron unos 10.000 fieles.
Virginia Tortosa tenía un pañuelo blanco en cada mano. Uno lo usó para saludar a la Virgen y otro para secarse las lágrimas. Dijo que no lloraba por ningún motivo en especial, sino porque las lágrimas le ’salieron solas’ cuando vio a María Auxiliadora.
Rodeada por los chicos del grupo Scout de Don Bosco la Virgen comenzó a peregrinar junto a los miles de fieles, tanto con los que salieron desde el colegio como los que se fueron sumando en el trayecto. Entre ellos estuvo Marta Luna, una mujer de 65 años que también lloró cuando vio a María Auxiliadora. Es que participó de la procesión para pedir por la salud de su esposo.
Debido a la cantidad de gente, la peregrinación avanzó lento. Los fieles ocuparon todo el ancho de la calle como las veredas de ambos lados. Además, cada tanto el contingente se desconcentraba. Es que varios vecinos que viven por donde pasó la peregrinación sacaron a la vereda imágenes de santos y vírgenes propias para que los peregrinos también se encomendaran a ellos.
A las 15.30 ingresaron los primeros caminantes al patio del colegio Don Bosco donde Monseñor Alfonso Delgado celebraría la misa. Pero recién media hora después ingresó María Auxiliadora. Es que esperaron a que ingresaran todos los fieles antes de darle el paso a la Virgen.
La imagen hizo su entrada acompañada de miles de pañuelos en alto, papel picado, pétalos de rosas, bombas de estruendo y, nuevamente, de las lágrimas de algunos fieles.

