Durante un viaje a Machu Picchu, en el año 2004, al atravesar Perú por el Valle del Colca, en el pueblo de Maca, me detuve en un kiosco muy modesto a comprar algo fresco, obvio que fresco nada, excepto el viento. La mujer que atendía estaba vestida con un típico traje que llamo mucho mi atención, entonces decidí fotografiarla, sin que ella lo notara ya que no le gusto la idea, al año siguiente le lleve la impresión de esa fotografía, y fue tal mi sorpresa al entregársela ya que ella comenzó a llorar, su marido se acercó a mí y me dijo que ella nunca había tenido una foto suya. Así es que al entregarle la foto, volví a fotografiarla nuevamente. De este modo año a año llego hasta ese remoto lugar para hacerle entrega de las fotos que les tomo. En mayo de 2011 me tome una foto con ella y su marido furioso, me prohibió que volviera a hacerlo. Rosa es el nombre de mi amiga y nunca me dijo gracias con palabras, pero su mirada lo dice todo.