La dimisión de Van Jones se produce justo cuando Obama trata de recuperar el control del debate sobre la reforma sanitaria en el país. El presidente comparecerá el miércoles ante el Congreso para dejar clara su posición al respecto. El portavoz de la residencia oficial, Robert Gibbs, afirmó ayer que Obama considera incluso redactar su propio proyecto de ley ante la incapacidad de los demócratas en el Congreso de alcanzar un consenso. El portavoz presidencial aseguró, en declaraciones a la cadena de televisión ABC, que los estadounidenses sabrán exactamente qué es lo que defiende Obama tras su discurso del miércoles. En estos momentos no está claro cuál es el plan de Obama para poner en marcha un programa de cobertura patrocinado por el Gobierno para competir con las aseguradoras privadas. La puesta en marcha de un sistema de atención público es un tema no negociable para el ala más progresista del Partido Demócrata, pero tanto Gibbs como el asesor presidencial David Axelrod evitaron decir ayer si Obama vetaría un ley que no incluya la opción pública. La citada reforma, que la Casa Blanca ha descrito como el principal objetivo de su política interna, ha perdido respaldo en las encuestas, aunque todavía son mayoría los que apoyan su puesta en marcha. Según los últimos sondeos la imagen positiva de Obama a caído hasta el 40 por ciento, la más baja desde que asumió en enero pasado. Y su plan de salud no solo divide al Congreso sino que también a la sociedad estadounidense. La Casa Blanca persigue con la nueva legislación a debate la cobertura médica universal, así como rebajar los elevados costes de los seguros privados. Unos 47 millones de estadounidenses carecen en la actualidad de seguro médico. Obama quiere que la reforma se apruebe este año, pero la oposición republicana y las propias discrepancias entre los demócratas dificultan ese objetivo.
