Con ritmo de batucada y reemplazando el paso marcial por el típico contoneo sincopado de la murga, los bailarines coparon el recién estrenado pavimento de la Avenida Libertador, en Rivadavia, en el desfile patrio por el 9 de Julio. Como ya habían sido anunciados, todo la gente los estaba esperando y hasta los músicos de las dos bandas presentes (Policía de San Juan y RIM 22) empezaron a seguir con rítmicos aunque disimulados movimientos de pie a los llamativos murgueros. Eran los integrantes de la Comparsa Nueva Vida y de Murguientos y Embarrados, la agrupación del Centro Cultural El Barro, que vestidos con los colores celeste y blanco desfilaron por primera vez en una fecha patria. Antes lo habían hecho las escuelas del departamento, con una puesta bastante original que respondió al título de ‘Camino de la Independencia‘ y que también incluyó la presencia de un inmenso carruaje.
�El inicio del desfile fue tradicional. Los cuerpos de bandera de las escuelas departamentales y de las dos universidades, Nacional de San Juan y Católica de Cuyo, abrieron el paso frente al palco oficial, ubicado en Avenida Libertador muy cerca de calle Hipólito Yrigoyen. Ni bien terminaron de hacerlo, una locutora comenzó a recitar el texto del guión de Camino a la Independencia, que serviría de hilo conductor para lo que vendría a continuación: el paso de las primeras escuelas, no ya al ritmo de las marchas militares, sino de canciones folclóricas. Un poco confundidos, los chicos no siempre encontraron la manera de hacer coincidir el paso marcial con la cadencia del escondido, una de las canciones interpretadas. Pero cuando finalizó el recitado y las bandas de música retomaron la conducción musical, los escolares pudieron volver a marcar el paso, mientras desfilaban frente al palco oficial.
Al frente de cada escuela, abrió la marcha un grupo de alumnos caracterizados como en 1816, identificados con los nombres de las provincias argentinas existentes en aquel entonces y de los diputados por cada una ante el Congreso de Tucumán.
La presencia de las escuelas, primarias y secundarias, del departamento fue seguida por academias de baile e instituciones deportivas, además de centros de jubilados del departamento y la agrupación Papel Nonos. Un rol destacado tuvo el instituto Franz Shubert, de enseñanza de la música, cuando uno de sus alumnos, el saxofonista Martín Zapata, se detuvo para interpretar “San Juan por mi sangre” con su instrumento, recibiendo el aplauso cerrado de las autoridades del palco.
Luego de la murga, empezaron a desfilar las fuerzas militares y de seguridad, además de distintas agrupaciones de ex soldados, ex combatientes y familiares de caídos en combate. Por último, fue el turno de las agrupaciones gauchas, quienes cerraron el desfile poco más de una hora después de su inicio, para dar lugar a la desconcentración del público presente.