La caminata arrancó con emoción, alegría y sorpresa. Emoción, por el testimonio de algunos jóvenes que estuvieron con el Papa en el último Encuentro Internacional de la Juventud, en Madrid. Alegría, por superar el número de participantes con respecto al año pasado. Y sorpresa, porque por primera vez, el obispo Delgado decidió caminar junto a los jóvenes los 25 kilómetros de distancia que separan la Catedral del Complejo Turístico Religioso Ceferino Namuncurá, ya que en ediciones anteriores sólo hizo parte del trayecto caminando. Unos 4.000 chicos, 1.000 más que en el 2010, participaron de esta peregrinación de fe que este año tuvo como lema ‘Arraigados en Cristo, caminamos por la vida‘. Antes de iniciar la marcha, el obispo pidió para que se respete el derecho a nacer, para que no haya más casos Candela en la Argentina, y para que las drogas ni las rutas se sigan cobrando la vida de los jóvenes.

Con cantos, gritos y baile, los chicos vivieron la previa de la caminata. Condición que cambió por unos minutos cuando María Inés, sin poder contener las lágrimas, relató la emoción que sintió cuando el Papa Juan Pablo II le dio la hostia durante el primer encuentro internacional de jóvenes que se realizó en Roma, hace varios años. Relato que los chicos escucharon en absoluto silencio, lo mismo que cuando Juan Pablo contó la experiencia inolvidable de estar con Benedicto XVI en el encuentro de jóvenes que se realizó el mes pasado en Madrid. Después de estos relatos retornó la euforia que se mantuvo desde el comienzo hasta el final de la peregrinación. Y que los jóvenes manifestaron de diferentes maneras.

Mientras un grupo de amigas le cantaban a Cristo saltando y haciendo palmas, unos chicos tocaban rock nacional con sus guitarras, mientras caminaban. Música que, varias veces se hizo casi imperceptible por el sonido de los redoblantes que tocaban un par de amigos, hinchas del verdinegro. Cerca del mediodía, la peregrinación arribó al departamento de San Martín y, pese al cansancio, los chicos seguían cantando y bailando con el mismo entusiasmo con el que arrancaron. De todos modos, suspiraron de alivio cuando ingresaron al camping de San Martín donde, por primera vez en cuatro horas de caminata, pudieron sentarse. Allí almorzaron para recuperar energía y emprender el tramo hasta Ceferino Namuncurá donde se celebró la misa.