Y ahora, ¿por dónde cruzo?‘. Esa es la idea que se genera en la cabeza de cualquier peatón que esté parado en la esquina de Paula Albarracín de Sarmiento y Sargento Cabral. Mientras, los autos aceleran, frenan de golpe o atinan a tocar un bocinazo tras otro. Allí, las únicas leyes de tránsito que existen son las de la selva y la valentía: el vehículo más grande o la persona que se anima, cruzan; el resto pasa varios minutos esperando. El caos es tal, que ya incentivó a los vecinos de 6 barrios y a las autoridades de una escuela de la zona, a reunirse para idear una solución (ver aparte).
En ese sector, mitad de Capital, mitad de Rivadavia, se mezclan 5 calles y hay, en total, 10 manos de circulación. Autos, camionetas, colectivos, bicicletas, motos y hasta camiones larguísimos se mezclan.
En las horas pico, la mayoría de los que transitan por la Paula viene desde las calles del centro con apuro. Allí no existe la buena costumbre de dejar el lugar al peatón, a pesar de que el caminante levante la mano implorando el paso. Pero sí, la obligación de frenar de golpe para evitar un choque. Aunque muchas veces, la frenada no alcanza. Por eso, los vecinos ya no se sobresaltan al escuchar el estruendo de un impacto y ver el pavimento brillante por el reflejo del sol en los vidrios. ‘Acá hay choques todos los días‘, cuenta Héctor Greco, que se para en la puerta de su comercio, con el mate en la mano mientras mira hacia la calle, y no puede creer cómo crece el enjambre de autos año a año.
Por ser zona de barrios antiguos, muchos de los vecinos están entrados en años. Y cuando las rodillas no reaccionan para apurar el paso o inclusive pegarse una trotada para cruzar, la situación se complica aún más. ‘Hay que tener coraje, ese es el secreto. Yo cruzo y ruego que los conductores me vean y frenen‘, dice Gladys Montaño, a quien las canas se le vuelan mientras le pasan cerca los autos.
Si bien allí está el nudo del caos, la cuestión comienza unos 300 metros al Sur, en la zona de la Circunvalación. El espacio, alrededor de las 13, muestra una postal de autos apretujados, similar a la que se ve en la autopista de una gran ciudad, a pesar de que la calle se caracteriza por ser angosta.
Los vehículos que intentan bajar del anillo comienzan a amontonarse. La fila empieza a crecer a lo largo, pero pronto se ensancha, quedan hasta 3 vehículos en líneas paralelas. Y sólo en ese trecho se juntan 27 autos. La Paula también se ve cubierta. La cola de más de 30 autos comienza debajo de la Circunvalación y no para hasta la calle San Lorenzo.
Más tarde, la siesta devuelve la calma. Pero los vecinos saben que a la tardecita volverá la revolución en la que tendrán que seguir sumergidos hasta que alguien active una solución.