Parece una lucha de stands que compiten a todo o nada. Con carteles, fotografías, premios, degustaciones, mucho ingenio y sin escatimarle a la paleta de colores, las propuestas que se suceden una tras otra a lo largo de la Exposición y Feria Temática de la Fiesta del Sol, están dispuestas a enganchar al público. Y lo logran: la gente mira rincón por rincón, señala, se acerca, prueba todo y toma fotografías de la gran oferta que hay a su alrededor.

Anoche, ni bien abrieron las puertas del predio y comenzó la edición 2011 de la fiesta, la gente comenzó a recorrer los pasillos y se notó que tenían mucho para ver. Caminaban lento e iban de derecha a izquierda impactados por los atractivos visuales, sobre todo destacados por la iluminación. Es que, a lo largo de la expo, las luces y los reflectores se mueven y hacen dirigir las miradas directamente a los objetivos dispuestos por cada organismo y empresa que participa en la muestra.

Así, las promotoras que caminan con tacos altos y ropa entallada para repartir tocos de folletos tienen el desafío de ganarle, por ejemplo, a los inflables, que son la gran innovación en la fiesta. Se puede ver desde frutas y verduras gigantes, hasta logos de empresas, el Hongo de Ischigualasto y una reproducción del Túnel de Agua Negra llenos de aire.

A su vez, las pantallas que muestran videos de todo tipo y las gigantografías se roban las miradas, sobre todo en el sector que muestra la producción sanjuanina, que está rodeado de imágenes de parrales y bodegas. Otra de las cosas que sorprende es la música. Se puede escuchar desde el folclore sanjuanino hasta reggaeton, que se mezclan con voces que promocionan distintos productos.

Y no se ha dejado de lado a los ganchos más antiguos pero, a la vez, más rendidores: las degustaciones y los premios. La gente se mueve de una mesa a otra probando quesos, frutas secas o aprendiendo a catar vino. Y participa en juegos de precisión o hace girar las ruletas para llevarse botellas de gaseosas o remeras.

Además, este año, tal como en la edición pasada, no se escatimó en comida. El patio repleto de mesas y sillas invita a través del aroma de las empanadas, el asado y el vino usado para impregnar las carnes. Los olores inundan el final del predio y se transforman en un imán para el público, que no duda y se sienta a cenar.