La bodega de la calle Doctor Ortega, que hoy linda al Este con el Conector Sur en Rawson, nació en 1897 y su fundador fue Manuel Lemos. La empresa fue pionera en exportaciones de vino dulce, se transformó en una de las bodegas más importantes de la provincia y vivió 100 años, hasta que fue rematada en 1997. Desde ese momento, poco a poco, los edificios que la conforman y las maquinarias con las que se había realizado vinos sanjuaninos de excelente calidad, comenzaron a perderse. A pesar de que en los últimos años hubo tres intentos por recuperar el predio y darle una función, ninguno tuvo el final esperado.

Lemos había llegado desde España en un barco en el que conoció a una monja superiora de un convento y se hizo amigo de ella. Y, por eso, decidió bautizar su emprendimiento como La Superiora. Desde su fundación, la bodega creció vertiginosamente. El predio, en el que hoy hay tres galpones grandes y dos casas en ruinas, tiene 72.000 metros cuadrados. A largo de su vida, la empresa alcanzó a moler 17 millones de kilos de uva y elaboró 15 millones de litros de vinos finos y comunes. Su importancia fue tal, que la calle sobre la que está emplazada se conoce más con el nombre de Superiora, que con su propio nombre.

Los rawsinos recuerdan con gratitud a Lemos, el presidente de La Superiora. El hombre fue un visionario. El fue quien dio el puntapié inicial para la realización de la primera Fiesta de la Vendimia, en Mendoza. Y siempre se mostró cordial y solidario con sus empleados y con el pueblo. Tanto que, un día después del terremoto de 1944 viajó desde Buenos Aires en tren con un cargamento de alimentos para las personas que lo necesitaran y supervisó personalmente el estado de sus empleados. Además, tramitó ante el Gobierno el uso de los galpones del ferrocarril para que se quedara allí la gente que había perdido su casa. El pueblo rawsino siempre agradeció su labor y, por eso, le puso su nombre a una de las calles del departamento, a muy pocos metros de la bodega.

Hoy, el gran imperio de Lemos se transformó en una cueva para la delincuencia. Y, a pesar de que un bodeguero intentó retomar la actividad del establecimiento y de que hubo dos proyectos para transformar el predio en un centro cultural, uno de la Municipalidad de Rawson y otro de emprendedores, el espacio sigue estando en ruinas.