Sin lugar a dudas, aquellos productores, cuyos frutos de su trabajo se venden en el exterior del país son los que más sintieron los golpes de la crisis internacional. El tomate desecado, el ajo y el aceite de oliva son los productos que peor la pasaron en los últimos meses porque sus precios cayeron notablemente y como si fuera poco, al no poder competir, perdieron mercados en Brasil y en Estados Unidos. Sólo por dar un ejemplo, el aceite de oliva pasó de 3.800 dólares la tonelada a 2.000 dólares, como consecuencia de la especulación. Sin embargo, según el testimonio de los empresarios sanjuaninos, una mirada hacia adentro les permitió afrontar la crisis y salir adelante.
En cambio, aquellos alimentos que están directamente ligados al consumo local, pasaron estos tiempos "no tan ajustados" como se pensaba que los iba a afectar la crisis, aunque sus persepectivas de crecimiento no sean las de años anteriores, según coincidieron fuentes consultadas. Si bien la gente siguió comiendo, el consumo se frenó.
Eso sí, en este sector, dicen que no los impactaron tanto los problemas del mundo como la incertidumbre generada por la pelea interna, entre el gobierno nacional y el campo, la falta de certezas en el panorama de precios y políticas cambiarias, además de otros inconvenientes, más ligados a las decisiones oficiales que a la producción misma. De hecho, quienes exportan reclaman la devolución de las retenciones del IVA, que hace un año y medio, todavía están pendientes. Esa es una herramienta fundamental para hacerle frente a sus proyectos.
Mientras tanto, en la mayoría de los casos piensan que la crisis está pasando. El ínfimo movimiento comercial del mes de agosto es un indicio de que lo peor de la situación, puede empezar a ser parte de la historia. Al menos, en eso están esperanzados.
Casos Testigos
Incetivo externo
La firma Tupelí, donde se venden alimentos delicatessen y aceite de oliva propio, más allá del ahorro impuesto en los consumos de energía y telefonía, contó con el apoyo de marcas líderes para reforzar la venta de productos. Por ejemplo, consiguieron descuentos de hasta el 20 por ciento para tentar a los grandes consumidores y así mantener los volúmenes de venta. Otro incentivo en estos últimos meses fue el sorteo de máquinaria, como por ejemplo heladeras y freezers, entre los principales clientes. La medida les resultó beneficiaria, a medias, según contaron Miled y Raúl Marún.
Ferias y carpintería propia
Sergio Montilla, propietario de la fábrica que baña en chocolates todas las frutas secas de San Juan, dice que enfrentaron la crisis por la posición que habían alcanzado en los últimos años. "Gracias al gobierno local que nos financió espacios en distintas ferias, pudimos con estrategias de promoción a otros puntos del país y así conquistar nuevos mercados en Buenos Aires, Mar del Plata, Neuquén, Santa Cruz, Córdoba. Hoy, ellos fueron nuestros consumidores y así sentimos menos el golpe de la crisis", dijo.
Entre las estrategias aplicadas figura la incoporación de maquinaria para envasar, buscando mejor rendimiento (invirtieron en ella 20.000 dólares). Pero básicamente destacan la implementación de la propia carpintería. "Esto nos permite responder a las necesidades de los clientes en cuanto a personalizar la presentación de los productos y cumplir en tiempo y forma. Antes le dábamos este trabajo a terceros. Pero como eran tareas menores no le daban importancia y preferían tomar trabajos más grandes. Entonces, nosotros quedábamos mal. Ahora, aseguramos la entrega y de paso, ahorramos en costos", explica Montilla.
Sin bajar los brazos
"La crisis nos ha golpeado fuerte porque a esta altura de las circunstancias tenemos más de la mitad de la producción de tomate desecado en los galpones. El problema es que desde el año pasado vienen bajando las ventas, el recupero del dinero no es bueno y hemos dejado de ser competitivos. Entonces, los mercados que habíamos ganado en Brasil, por ejemplo, los hemos perdido. Ahora los principales vendedores son Turquía y China que les hacen ofertas más baratas. Sin embargo, el producto que ofrecen es de peor calidad.
Por eso seguimos trabajando. Nuestra receta es bajar costos al extremo, mecanizar el proceso, reducir al mínimo la rentabilidad y por supuesto, apostar al mercado interno", explica Ana María Esteybar, productora de tomates desecados.
No hacer agua
Mauro Delgado, socio gerente de La fábrica, dónde se producen los famosos juguitos Minyo y Pepito, asegura que los problemas del país los afectaron más que la crisis "porque prácticamente nosotros no exportamos y nuestro mercado es el local". Para salir airiosos de estos malos tiempos apelaron a adelantar vacaciones e inclusive a suspender momentáneamente personal. Hace unos meses que restablecieron el ritmo normal de trabajo en vistas a que comenzaba la época de mayor demanda del producto envasado. Es más, apostaron a diversificar su mercado, incorporando una línea de producción para el preparado de galletitas dulces y alfajores. "De esta manera vamos a optimizar la mano de obra, para seguir respetando las condiciones de trabajo", asegura.

