Para Solari, el espectáculo del sábado fue el séptimo de su carrera solista y el segundo que encara en el año -estaba previsto en mayo pero lo postergó por la muerte de Miguel Ramírez a causa de una bengala en el recital de La Renga en La Plata, el 30 de abril-. Pero, sobre todo, fue el que marcó récord de convocatoria y, por primera vez, la pirotecnia estuvo ausente entre la muchachada. Una multitud de más de 100 mil personas asistió a la ceremonia en la que el Indio hizo sus pases tradicionales mezclando piezas de su etapa de “Redondo” (como Juguetes perdidos), con los 3 discos en compañía de Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado (El tesoro de los inocentes, Porco Rex y El perfume de la tempestad). Pocas palabras mediante, expresó: “disculpen si se me va la voz porque el viento me secó la gola”, ya que el viento dañaba el sonido. Y, con un “Cuiden a las pibas del barrio”, el cantautor entonó La murga de la virgencita, en homenaje a la década que se cumplió desde el último concierto de Los Redondos -el 4 de agosto de 2001- y como alusión personal al asesinato de la pequeña Candela. El punto final de la fiesta fue, como siempre, con Jijiji, un clásico del álbum ricotero Oktubre (1986).
