Sacrifican su tiempo de esparcimiento para cosechar. Luego dedican horas de sus días para hacer conservas. Los dulces de damasco, durazno y lima son las especialidades de la casa. Y lo hacen porque necesitan juntar dinero para solventar gastos de cursos, congresos y encuentros religiosos. Son los futuros sacerdotes que desde el Seminario se las arreglan para que las 12 hectáreas con plantaciones sean beneficiosas.

“Hasta hace dos años venían cosechadores a trabajar. Pero la falta de mano de obra hizo que nos diéramos cuenta que lo podíamos hacer nosotros. Entonces empezamos a hacerle frente a este proyecto”, de esta forma el riojano Fabián Tanquía, uno de los seminaristas, explicó cómo nació el emprendimiento.

A pesar de que la mayoría no sabía cosechar, en la actualidad todos trabajan a la par. Y si bien la época de cosecha se cruza con los exámenes finales, los 23 seminaristas y los 5 sacerdotes, no dejan de lado este trabajo. Lo llevan a cabo en la quinta que tienen en Calle 5 en Pocito. Ahí, se ponen el traje de cohechadores y con canastos, cajas y escaleras se encargan de sacar las frutas. De esta forma cosechan almendras, mandarinas y aceitunas, que luego venden en las parroquias o en los encuentros de la acción católica y también en el Seminario. Es que a pesar de que la institución recibe ayuda económica del Arzobispado los alumnos necesitan dinero para otros gastos. Por esto venden sus producciones. Un frasco grande de dulce puede comprarse desde los $15.

Si bien el primer objetivo es recaudar fondos, la producción de estos productos tiene otros fines. ’Lo que perseguimos con esto es que las frutas no se pierdan’ es que el campo tiene una gran extensión. Además utilizan gran parte de sus producciones para hacer donaciones. También las usan para consumo personal.

Además de las producciones de conserva, los jóvenes organizan otro tipo de campañas para recolectar dinero. La más común es la colecta solidaria que hacen todos los años en las parroquias de la provincia. También cocinan platos un poco más elaborados, como paellas o locros para vender entre los feligreses. Justamente hoy venderán locro en la parroquia de La Merced.