La Cruz de El Villicum, en Albardón, inició siendo una estructura de madera, que diseñó Juan Diapolo, y que en los primeros años de vida fue testigo de la peregrinación juvenil que llegaba a sus pies. Con el paso del tiempo, el municipio levantó una plaza con símbolos cristianos y que hoy en día sirve para proteger a todos los vecinos, ya que a esa zona del departamento se la conoce como el lugar preferido por las brujas.
Durante las noches la brujas chillan desde El Villicum, es lo que se dice entre los vecinos de Albardón. Ese cerro es considerado un centro de energía negativa por quienes creen en la magia negra. Las brujas lo saben y lo aprovechan para sus andanzas, aseguran en la zona. Todas las mañanas se encuentran restos de esos rituales. Círculos de sal, limones, fotos rotas, pelo quemado aún humeante. Esa es la marca de las brujas. Al otro lado, la claridad, lo encarnan muchos fieles católicos, quienes durante el día le rezan a una enorme cruz de cemento entronizada en esas mismas serranías, donde termina el barrio Villicum.
La plaza, donde está entronizada la Cruz de El Villicum, fue construida toda con símbolos religiosos. Hay un Vía Crucis sobre un sendero empedrado que representa el camino del calvario por donde tuvo que pasar Jesús antes de morir. Las 14 estaciones están hechas con cruces de hierro forjado cuya ubicación hacen mirar al cielo. También hay un espacio reservado para que pueda celebrarse la Santa Misa o bien ir a poder apreciar la belleza del lugar.
Al pie de la cruz se encuentra la imagen de la Virgen María y una cascada de agua que simboliza la vida. Aunque lo más llamativo de la plaza, además de la gigantesca cruz, es la temática con la que construyeron el piso. La combinación de colores y texturas deja ver un cáliz con una hostia. La entrada a la plaza es el cáliz y el centro la hostia. El espacio es completado con bancos y canteros con plantas autóctonas.