Algo hizo mucho ruido en la inesperada salida de David Trezeguet de River Plate. Nadie, en los pasillos del Monumental, se explicaba por qué ese mismo cuerpo técnico que le pidió que se operara para afrontar con todo su potencial esta pretemporada, de pronto lo dejaba afuera. Es cierto, David había jugado poco pero era un nombre que les había devuelto el lugar en Primera tras el paso por la B Nacional y para la gente era el ídolo. No cerraba el tema. Había que bucear más allá y la razón salió por el lado de curvas femeninas. Con nombre y apellido en Virginia Gallardo, la vedette correntina que llegó al mundo farandulero de la mano de Fort, sería el compendio de razones por las que Ramón dejó afuera a Trezeguet. ¿Cómo es esto? La rubia era debilidad del ayudante de campo y primogénito de Ramón: Emiliano Díaz.
Díaz Jr. había estado trabajando en la conquista de Virginia por mucho tiempo pero apareció Trezeguet y de un rato para el otro, lo dejó sin nada. Esa fue condena para David porque Emiliano empezó su vendetta fogoneando a su papá para que el ciclo del anglo-argentino se terminara. Tanto insistió que Ramón tomó la decisión y David tuvo que salir a buscar. Mientras, Virginia de escaso perfil bajo, no ocultó su acercamiento al goleador, sabiendo que por sus curvas cayó otro ídolo en River.