A sus 46 años, Jorge Abregó no conoce otra actividad que no sea la crianza de animales. Lo heredó de su padre, lo siguieron sus tíos y quiere que sus 6 hijos amen esta actividad tanto como él. Pero claro, Jorge viene padeciendo la sequía desde hace 4 años, en un distrito que muy pocos conocen y que está a un costado de la ruta que conduce a la vecina provincia de San Luis: Pozo Escondido. 
Ya perdió dos tercios de sus animales, y hoy tiene en sus corrales unas 45 cabras, todas flacas. Incluso sus hijos, al atardecer, momento en el que vuelven las cabras, se meten al corral y les dan pasturas frescas, esas que todavía quedan a cuenta gotas. ‘’Cada kilo que pierde un animal es plata que se pierde. Además en estas condiciones no pueden parir. Como están las cosas, casi que nos resignamos a que sobrevivan ellas y nosotros, por eso es necesario una ayuda cuanto antes’’, apuntó este hombre que cada día arranca a las 6 de la mañana.
Jorge está convencido que la única solución pasa por hacer pozos de agua comuneros y reservorios. ‘’Nos pueden dar fardos o granos, pero para que esto se solucione definitivamente hay que trabajar en disponer de agua’’, dijo.