Hierros, palos, baterías, plásticos, esqueletos de electrodomésticos y hasta pilas de sillones destartalados increíblemente ocupan veredas en barrios y villas, que se convirtieron así en verdaderas chacaritas que interrumpen el paso peatonal. De cuatro casos detectados, dos pertenecen a Rawson y dos a Chimbas, cuyas ordenanzas municipales impiden esta práctica, lo mismo que una ley provincial. De todos modos, el tema es complejo para los vecinos, que se quejan por el problema pero que no se animan a enfrentar a los acumuladores de chatarra por cuestiones de convivencia.

En Rawson, en el Lote Hogar 18, una mini chacarita ocupa la vereda de los Formano. De acuerdo a los vecinos, el propietario de la vivienda no sólo afecta el normal paso peatonal sino que los olores son intensos, porque hasta un caballo suele comer entre los hierros, dejando guano y restos de fardos.

En ese departamento, pero en el barrio La Estación, los Gómez tienen tachos, restos de lavarropa y heladeras en la vereda, debido a que el jefe de la familia vive de recolectar objetos y venderlos a las chacaritas. El panorama se mantiene desde años, según los vecinos, al punto que ya se convirtió en una postal común en el barrio.

En Chimbas, la esquina de Yrigoyen y Azcuénaga, en villa Ramos, está ocupada por hierros, sillas, sillones y tachos. Los Pérez, los propietarios de la casa, justificaron el problema indicando que los objetos se fueron acumulando por trabajos no retirados de clientes de su tapicería y por lo que recolectan para vender en recuperadoras, ya que no caben el fondo de la vivienda.

Una situación similar sucede en el loteo Santa Isabel, en el que los vecinos deben salir a la calle por el paso interrumpido en la vereda de los Ibaceta. El frentista indicó que los palos y cañas que tiene los sacará cuando pueda construir un techo y que la chatarra y otros objetos quedan en la vereda porque de lo contrario no le quedaría espacio para entrar y sacar su carretela de su vivienda.

En los municipios de Rawson y Chimbas indicaron que esta práctica está prohibida y solicitaron a los vecinos que se vean afectados a realizar las denuncias. Las ordenanzas adhieren a la ley provincial 8.238, que establece que quien arroje o acumule residuos en sitios comunes, red vial y zonas adyacentes, precisamente como las veredas, será sancionado con multas de hasta 30.000 pesos o arresto de dos días.