Esta es una de las devociones más típicas y arraigadas en San Juan. “No hay lugar en la provincia donde no haya un templo para la Virgen del Rosario de Andacollo y hasta ocurre, como en Barreal, donde no es la patrona titular, pero es la que más gente convoca”, explica Delgado. La veneración posee, además de parroquias, cantidad de capillas y cultos familiares, algunos de ellos desconocidos o perdidos en lugares lejanos, sobre todo en los departamentos lindantes con la cordillera. Esto es así porque el culto germinó en el pueblo chileno de Andacollo, ubicado a casi 60 kilómetros de La Serena. Se dice que la veneración llegó a san Juan durante el siglo XIX, periodo de auge de la minería cuprífera en Chile y fue traída por arrieros o mineros. Primero fueron los cultos de carácter familiar en las regiones cordilleranas y luego se trasladaron a la zona central. A Chimbas llegó precisamente como un culto familiar, consecuencia de alguna promesa. Así surgieron oratorios, siendo uno de los más antiguos el erigido sobre calle Centenario gracias a la religiosidad de dona Juana Olmos de Aciar. Otra capilla antigua es la comunidad de El Salvador, cuya imagen fue traída de Chile, y uno de los más conocidos es el templo de la Villa Mariano Moreno en la parte norte de Chimbas lindante con Albardón. Ese asentamiento se conoció al principio como Villa de los chilenos. Estos cultos fueron el sustento para que se inaugurara en 1986 la primera parroquia de Chimbas y tuviera como patrona del departamento a esta advocación. La fiesta se realiza cada 26 de diciembre (o el domingo posterior en los otros oratorios), y tiene la característica de que además de los actos litúrgicos como la procesión cuenta con un grupo de protagonistas conocidos como los “chinos de la Virgen”. Son danzantes que participan en diferentes agrupaciones y veneran a la Virgen a través de una danza que es considerada como “una manera de rezar”. Lucen vistosas banderas de Argentina, Chile, incluso la papal que presiden las columnas junto a un capitán encargado de cantar a capella alabanzas a la Virgen, que luego son entonadas por el grupo de bailarines.