Como un profesional. A pesar de que canta a capella Roberto es escuchado desde lejos, gracias a la potencia que tiene su voz. El hombre se siente un profesional de la música.

Tiene una vida dura y llena de necesidades. Duerme en un refugio para gente de la calle y las monedas que junta cada día le sirven para comprar comida. Y, aunque no tiene muchas esperanzas de que su situación cambie, siempre transmite alegría con sus canciones. Roberto Páez tiene 60 años y en los últimos meses se convirtió en un tradicional personaje de la plaza 25 de Mayo. Gracias a su potente voz canta a capella un gran repertorio que va desde el folclore más tradicional a algunos cuartetos viejos.

Cuando relata su historia se le llenan los ojos de lágrimas. Recuerda su infancia en 9 de Julio y sus aventuras de joven en Buenos Aires. "Hace poco tiempo volví a vivir a San Juan y estuve con una hermana, hasta que ella falleció y me quedé en la calle", dijo el hombre que tiene hijos, pero que no los ve muy seguido. Roberto comentó que quedó en la calle porque vendió su casa para repartir el dinero con sus hijos, para evitar peleas. Desde ahí pasó sus días en la Terminal de Ómnibus y en el refugio Teresa de Calcuta. "Ahora vivo en el refugio Papa Francisco, en el ex hospital Rawson", agregó y comentó que cuando empezó a vivir en la calle decidió volver a cantar en público. Es que en Buenos Aires, él se ganaba la vida cantando en las veredas céntricas. Así fue que la necesidad lo llevó a retomar el canto, su gran amor.

"Siento que cuando canto también transmito alegría a la gente"
ROBERTO PÁEZ

Cantante de la plaza

Empezó cantando en la Peatonal del microcentro, pero en la zona había muchos artistas y no se lucía. Así fue que decidió llevar su arte a la plaza 25 de Mayo. "Por acá pasa mucha gente y ahora todos me conocen", dijo y comentó que canta a capella para evitar que la gente se moleste con el sonido de los parlantes. "Me regalaron un micrófono y un parlante, pero no quiero que me echen y mucho menos molestar a los que pasean por la plaza", dijo y agregó que gracias a que tiene una voz potente es escuchado sin problemas.

No importan si hace frío o calor. Todas las mañanas se levanta, en el refugio, se baña y se viste de manera elegante, pues no le gusta aparentar que vive en la calle. En el corazón de la plaza se roba las miradas. Con una mano se tapa uno de sus oídos, dice que es para poder escucharse mejor, y con la otra toma fuerza para interpretar de la mejor manera las canciones. Tiene un repertorio muy variado, pero admitió que lo que más le gusta cantar son las canciones de Atahualpa Yupanqui. "Cuando canto me siento fuerte y libre", dijo y comentó que con las monedas que junta compra la comida para todos los días y adquiere algunas "pilchitas".

A pesar de que con su "trabajo" no molesta, dijo que sabe que muchas veces es mal visto. "Pero no puedo trabajar de otra cosa. Con mi edad y mis problemas de salud -tiene un problema en una de sus piernas- no consigo trabajos", agregó y admitió que de igual manera siempre quiso que la música fuera su trabajo.