Pilas de cajas, cajones de maderas con clavos oxidados, autos viejos llenos de papeles y hasta desperdicios de zanahorias y lechuga, hacen que la casa no se vea. Dentro de ese basural, en el barrio Foeva, en Rivadavia, vive Ramón Garay, un hombre de 64 años que, según sus vecinos, sufre el Síndrome de Diógenes (ver aparte) y es acumulador. Garay dijo que sabe que juntar esa cantidad de basura no es bueno, pero admitió que no puede controlar la situación ya que le hicieron un mal. ‘Sé que esto está mal, pero no lo puedo solucionar. Esto me pasa por una política religiosa y es obra de la magia‘, dijo convencido de que esa es la realidad.

Como si fueran piezas de un enorme rompecabezas, Ramón movió las cajas y se abrió camino para salir de su casa. El contó su historia apostado en la vereda. No le gusta que ingresen a la vivienda porque dijo que le da vergüenza.

Con un gorro de lana, borceguíes con la suela despegada y una campera con roturas y remiendos contó su historia. Ramón usó frases confusas para explicar que su problema comenzó cerca del año 1982 cuando se negó a ser parapsicólogo. ‘No quería quedar de rodillas ante ellos (se refirió a una secta que según él, opera en Buenos Aires y tiene contacto con EEUU). Ahí empezaron a hacerme trabajos. Constantemente me hacen un mal. Hay hombres que siente cosas muy feas cuando yo hablo con ellos y eso es obra de estos genios del mal que a mí me tienen marcado. Necesito apoyo, pero no quiero a los médicos porque les tengo desconfianza. Hay algunos que son enemigos de la evolución humana y son testigos de que yo esté así‘, dijo y contó que en sus ‘momentos de lucidez‘ se encarga de mantener la plaza del barrio. Esto fue reconocido por algunos vecinos.

Ramón no tiene luz, gas y admitió que hay noches que duerme en el fondo porque si entra, “las malas energías lo detectan y eso es peligroso”. Confesó que no puede dejar de recolectar cajas ya que considera que son mensajes enviados por alguien. Es por esto que cada vez su vivienda está más llena de cartón, basura, ratas y gatos.

La historia de este hombre no es nueva. En 2008 autoridades de la Municipalidad de Rivadavia limpiaron la casa, pero todo volvió a ser como antes. Norma Pelaytay, es la única de su cuadra que habla con el hombre, dijo que necesita ayuda psicológica. “Este problema va más allá de la basura. A eso lo limpian y a los días va a estar igual, él es el que necesita ayuda”, dijo la mujer y contó que este problema les trajo enfrentamientos con los vecinos, pues hay muchos que ya no soportan esta situación.

Ramón es consciente de eso. Dijo que son pocos los que lo saludan, pero que a él eso no lo afecta porque entre los ‘trabajos‘ que le hicieron le “bloquearon el dolor”.