Si un joven que está bajo la custodia del Estado por cometer delitos o infracciones a la ley, no obtiene herramientas para desenvolverse al momento de salir en libertad, difícilmente pueda no recaer y menos reinsertarse en la sociedad. Así lo entienden en el Centro Socio Educativo Nazario Benavídez, quienes están abocados a que ‘producir‘, sea y se convierta en una rutina de vida. Por ello es que los residentes elaboran mermeladas, jugos y salsas, además de recibir instrucción sobre gestión financiera para poder llevar adelante su propio proyecto.
Los productos se comercializan con la marca Nazareno en las ferias organizadas por los ministerios de Familia y Desarrollo Humano y de Producción, Trabajo e Innovación. También, hay un punto de venta en la Dirección de Niñez, Adolescencia y Familia. El dinero obtenido, sirve para reinvertir en insumos para el emprendimiento, más allá que con presupuesto de la Dirección de Niñez, Adolescencia y Familia se ha renovado la maquinaria y adquirido diferentes elementos para eficientizar el trabajo.
Actualmente hay 5 jóvenes que están abocados a esta actividad, aunque a lo largo del año fueron 14 los que compartieron este trabajo. Así en estos nueve meses del año han elaborado 353 botellas de salsa de tomate y 144 frascos de mermeladas de tomate, naranja, manzana, pera, limón, membrillo, frutilla, durazno y ciruela. Otras exquisiteces elaboradas como zapallitos en almíbar, cascaritas de naranja y alcayota en almíbar; además de 16 frascos de jalea de membrillo, un número similar de membrillo en pan y 21 litros de jugo de naranja natural.

Es sabido que las rutinas reducen el estrés, la ansiedad, mejoran el bienestar mental y físico, y fomentan la disciplina y la autonomía. Por todo esto crear esos hábitos como elaborar un dulce o una salsa son muy importantes para que un menor en conflicto con la ley compruebe que se puede convivir sanamente, que se puede ser parte de un proyecto y crecer con él. Así lo expresa el equipo de profesionales y técnicos que son parte del Centro Socio Educativo Nazario Benavídez, la dependencia de la Dirección de Niñez, Adolescencia y Familia, del Ministerio de Familia y Desarrollo Humano, dónde -por disposición de la Justicia- se da contención a menores, entre 16 y 18 años de edad, que han cometido un delito.
El régimen del Nazareno
Está estipulado que quien ingresa por primera vez solo cumple con un plazo de 2 meses de residencia y quien es reincidente, un año. Allí además de alojarse, tienen un cronograma con diferentes actividades a cumplir, que incluyen desde el seguir sus estudios secundarios -a través de la escuela Juana Godoy de Brandes o con guías desde la institución a la que concurren- hasta diferentes aprendizajes y experiencias, inclusive la práctica de actividades físicas.
“Es un espacio donde se trabaja para fortalecer la autoestima, la educación, se busca la reinserción social, se brindan herramientas para la vida, para que puedan modificar sus contextos o realidades. Un buen momento es cuando los jóvenes comparten lo que hacen con sus familias y los llena de orgullo porque es un producto hecho con sus manos. Con esta tarea se adquieren rutinas, se asumen responsabilidades y compromisos, se trabaja en equipo. En definitiva, es mucho más que una fábrica de dulces. Es una oportunidad de asignarle un rol social a estos jóvenes”, explica Pablo Cheble, director del centro socio educativo.

En la planta productiva de los dulces, jugos y salsas intervienen equipos técnicos -con psicólogos y trabajadora social-, también operadores socioeducativos y expertos en agricultura, producción, manipulación de alimentos, que acompañan a la par a los jóvenes
Este trabajo que realizan los chicos es acompañado por información y cálculos de materia prima, stock, incluso ponen el precio a los productos y apreden técnicas de comercialización. Todo destinado a que ellos tomen los conocimientos para realizar su propia producción una vez que hayan salido del establecimiento. ‘En estos últimos años, el Nazario Benavídez está sufriendo cambios no solo en lo físico -con la refuncionalización del espacio y la construcción de nuevas dependencias- sino en lo funcional o conceptual, intentando modificar los alcances de la educación no formal para que los jóvenes no solamente pueda ser mano de obra sino también gestionar sus proyectos labores para cuando finalicen esta auto de responsabilidad y salgan en libertad”,agrega el director.

