Son recuerdos, es nostalgia. Se siente ese aroma a que cada ladrillo, a que cada detalle, se hizo con pasión. Que ese amor de casi 52 años juntos entre Oscar y María Teresa quedó para siempre impregnado en cada rinconcito de Refugio Motero El Wey. Un chalet añoso que fue reconstruido tras un desvastador incendio en 2002 y que hoy, de la mano del menor de los hijos de sus fundadores, está en pleno proceso de renovación.

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En el corazón urbano de Ullum, frente al municipio, a la seccional policial, al puesto sanitario. Ahi, firme y singular El Refugio Motero sabe de historias. De pasajeros de dos ruedas que vienen por horas y se quedan semanas como los neuquinos (padre e hijo) que hace 5 años recorren las rutas y tuvieron una pausa grande en Ullum. O Tamara Lagos, la motera chilena, que después de recorrer Brasil y Paraguay por tres meses, pasó por El Refugio para disfrutar de la calidez de un sitio distinto.

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El Wey es Jesús, el menor de los 5 varones que nacieron de esa linda historia de amor de Oscar y María Teresa. Hoy está al frente del Refugio Motero y aferrado a esa crianza que lo hizo amante de las motos, los caballos, el campo y el asado. Técnico mecánico en Veladero, viajante eterno, El Wey sabe que el legado que le dejó su viejo no puede morir. Lo ama, lo respira y en cada detalle, sabe que ese compromiso de vida lo impulsa a sostener el hostel y a proyectar mejoras en un futuro muy cercano, incluyendo un parador con comidas rápidas en el frente y seis departamentos en el fondo, a los pies de la pileta. Ya está en marcha esa nueva etapa y mucho tiene que ver la decisión de su mamá, María Teresa que con sus 77 años quiere que El Wey sea el dueño del legado.

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PASADO-PRESENTE-FUTURO

Pero claro, para ver futuro tiene que haber historia detrás. Y en El Refugio Motero sobran… De aquel loco e intenso amor que María y Oscar -fallecido hace 4 años- vivieron en la década del 60-70 en San Juan, cuajado después en Buenos Aires en Once y en el Bajo, nació vida, quedó un legado. Fueron 9 hijos y un destino marcado en Ullum. Porque de regreso a la provincia, instalados ya en la Villa del Carril, en la calle Arenales, surgió ese sueño de tener la casa de campo, la de los fines de semana.

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Ullum fue la elección, primero con un lote en el Club de Caza y Pesca para después adquirir los siete lotes al frente de la comisaría. Ahi, la primera gran pasión de todos los Dominguez: los caballos. Empezaron a alquilarlos, a ofrecer esa arista turística pero sin idearlo siquiera como hostel. Era 1998 y toda la familia disfrutaba de su casa de fin de semana y por algunos años, no pasó de eso. Pero en el 2002, un devastador incendio consumió todo. Se había ido El Chalet, como lo bautizaron los propios ulluneros, para darle lugar al primer comedor y restaurante. Empezaron casi de casualidad porque María Teresa, su esposo y sus hijos se metieron de cabeza para reconstruirlo y en ese trajín, con tanta gente en el lote, empezó a cocinar y nació el comedor. Improvisado en una mesa de madera con troncos. Y claro, se enamoraron de esa faceta y por varios años, el comedor recibió comensales de paso. Pero para reconstruirlo, sin demasiados recursos, hubo que vender los seis caballos, más que nada en trueque por materiales. Pero ya el Refugio había nacido de la nada. Del amor de los Dominguez por ese pedazo de tierra ullunera.

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Con los años, empezaron a alojar. Abajo, comedor, primer piso de dormitorios y altillo para que todos se quedaran. En la década del 2010 para adelante, vivió un movimiento intenso. Pasajeros de La Pampa, Rosario, Mendoza, Santa Fe, de Chile, de todas partes pasaron por el Refugio. Hasta que llegó el momento de que El Wey, un motero de ley que aprovecha sus descansos en San Juan para viajar siempre que puede, le diera el toque motero.

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SOLO MOTOS

Jesús llegó hace poco más de un mes de un periplo por Perú. Fue en una de sus motos: la Suzuki 600cc. Sabe lo que es la ruta en dos ruedas y con eso, ideó y personalizó el El Refugio Motero que es casi unico en San Juan porque solamente en Pocito existe algo parecido pero reservado solamente para los que andan en las exclusivas Harleys Davidson. El Wey tiene sus protocolos. Solo recibe moteros que estén de paso y no agrupaciones de motos. Lo hace por cuestiones muy particulares porque el perfil del hostel es absolutamente familiar. Hoy, con capacidad para alojar a 25 pasajeros, el viejo chalet entrega un colorido especial en cada rincón. Hay asados, bicicletas, kayaks y caminatas en el menú para cada motero que decide bajarse de la moto y conectar con la naturaleza.
Sus padres, en especial su papá Oscar, era amante de la pintura y cada pared tiene sus obras. Su mamá María Teresa tiene su perfil artístico y pinta. Una de sus hermanas es actriz, otra vive en Brasil y sus hermanos tienen sus vidas lejos de Ullum pero cerca de los sentimientos que encierra El Refugio. En cada mes, el hostel abre los 14 días que El Wey está de descanso de su trabajo en las minas. Ahí, siempre hay lugar para recibir un amigo, sobre todo si es en dos ruedas.

CONTACTOS @refugiomoteroelwey en Instagram y el teléfono 264-6272719 son los contactos para acercarse a un sitio distinto en un rincón de San Juan.

Mirá el video que te cuenta un poco de su historia:

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