La conclusión después de una semana de recorrido a 8.000 kilómetros de casa fue que una especie de diario del viajero es la mejor compañía para esta travesía de estudios que termina inevitablemente con una producción académica, una calificación en la libreta y el diario en cuestión como testimonio de lo vivido. Catorce estudiantes universitarios, una alumna-asistente y dos profesoras destinaron su tiempo de vacaciones -lo que no es poca cosa- para hacer un recorrido que sirva para aprender (y enseñar) a estudiar haciendo conexiones, relaciones, buscando coincidencias. En definitiva de eso se trató la aventura que emprendieron a fines de marzo pasado un grupo de la Universidad de Nuevo México y que recaló en San Juan por dos jornadas.

"De Las Rocallosas a Los Andes: estudios comparativos de las zonas áridas de Nuevo México y el oeste argentino" es el tema convocante del curso que dictan las profesoras Celia López Chávez y Ursula Shepherd. Hay un detalle, importantísimo, que da relevancia a la iniciativa: a este curso sólo puede acceder aquel estudiante de cualquier carrera dentro de la Universidad de Nuevo México, pero con un excelente promedio de notas (lo que equivaldría a más de un 8 dentro del sistema educativo argentino), ya que se trata de un curso para estudiantes "con honores". Al finalizar, el participante que haya superado todas las instancias, obtendrá 24 créditos, un aval inestimable a la hora de recibir el título.

A su paso por la provincia, estos alumnos destacados y sus profesoras dejaron dos inquietudes: son tantas las relaciones entre San Juan y esta ciudad yanqui que pretenden que algunas de las investigaciones se formalicen en un libro o publicación en revistas especializadas para dejar por sentado estas hipótesis que unen estos puntos geográficos, más allá de los kilómetros. Y por otro, sueñan con que estos viajes se multipliquen y tengan a ambos destinos como excusas para vincular a la Universidad estadounidense con la UNSJ a través de un convenio de cooperación e intercambio (tanto para docentes como para alumnos). Ya están iniciadas las conversaciones. Ojalá se llegue a un acuerdo.

Un experimento en tierras lejanas

En el 2007 se concretó la primer salida a la Argentina de este curso que combina dos programas: uno sobre Biogeografía y otro sobre el Estudio del Impacto Humano en el Medio Ambiente (algo parecido a Historia Ambiental o Ciencias Sociales). Esta última materia es la que dicta Celia López, una sanjuanina radicada en Nuevo México (ver Un nexo …) que día a día se sorprende al encontrar más similitudes entre este estado y su provincia natal. Es por eso que hizo la propuesta de llegar a Cuyo. Además la profesora de historia ya tenía como antecedentes otros viajes semejantes con estudiantes de la Universidad pero a Australia y España.

Hace unos días atrás, se hizo por segunda vez.

Hasta aquí llegaron estudiantes de Filosofía, Periodismo, Economía, Biología. Ciencias Políticas, solo por citar algunos ejemplos. Los participantes no eran menores de 18, pero tampoco mayores de 22 años. Cada uno vino munido de su fundamental diario del viajero, un cuaderno de anotaciones donde está permitido anexar muestras de vegetación, pegar folletos e ilustrar en el momento mismo del recorrido. También, aunque fuera de las exigencias del curso, es válido escribir en sus páginas anécdotas o sentimientos.

"Como son estudiantes de diferentes carreras, cada uno trajo consigo un listado de cuestiones de su interés y en ese camino buscó. Tuvimos clases antes de venir y así conocimos los lugares en la teoría, a la vez que visitamos algunos puntos estratégicos en nuestro Estado. Vinimos aquí y al volver, tenemos clases de nuevo para sacar las conclusiones y presentar el trabajo escrito que está basado por supuesto en las anotaciones del diario del viajero. Esta es una manera distinta de aprender, basada en la metodología de la enseñanza, la experiencia como base de la educación experimental, la discusión y la capacidad de relacionar conceptos. Algo que no solo sirve para obtener un título sino que marca una postura profesional para toda la vida", resumió hace unos días Celia López, sobre algunas cuestiones pedagógicas que sustentan su proyecto universitario. Y al parecer, los alumnos así lo entienden y lo valoran. "Yo estudio biología y para mí es importante esta posibilidad de investigar en campo, dos lugares tan distantes pero tan similares", dice Jessica Martin, para quien este viaje es su segunda oportunidad en el país.

Si bien, los estudiantes pasaron más días en Mendoza -debido a las comodidades y posibilidades que ofrece esa provincia como ser la opción de pernoctar en una reserva natural (situación que aquí no consiguieron)- las organizadoras consideraron que San Juan concentraba en su cultura y sus paisajes, mejores ejemplos para los fines que buscaban. Es por eso que en la provincia, los viajeros pasearon por los valles de Ullum y Zonda donde recibieron explicaciones de la historia de los lugareños según los datos aportados por las profesoras profesoras Ana Fanchin y Mabel Benavídez (de la UNSJ), observaron el río San Juan, visitaron el Museo Arqueológico Mariano Gambier y los viñedos de la bodega Merced del Estero. También conocieron de cerca la Difunta Correa y un altar del Gauchito Gil en Caucete.

Mientras que el viaje se complementó con un paseo por La Boca, Puerto Madero y otros atractivos de la Capital Federal; el Museo del Area Fundacional, el Cerro de la Gloria, el Parque San Martín, Potrerillos, Uspallata, Penitentes, El Puente del Inca, Villa Las Cuevas (en el límite con chile), el Aconcagua y la reserva natural de Ñacuñán en Mendoza (donde los alumnos pernoctaron a la intemperie y acompañaron en sus estudios a los biólogos que trabajan en el lugar).

Cualquier semejanza es pura coincidencia

El punto de partida de las investigaciones, al menos en la teoría, fue la latitud. Ambos lugares comparten este parámetro en la ubicación en el mapa. Pero además, los dos, están enmarcados por zonas geográficas áridas y montañosas, con climas similares. "La influencia de latitud, desierto y montaña es determinante para ambos lugares: nosotros tenemos formaciones rocosas, ustedes tienen Los Andes. Incluso por ser un desierto hasta el uso del agua es similar, ya que es un elemento convocante para el asentamiento de las poblaciones. Hay un río -en nuestro caso el Río Grande y aquí el San Juan o Mendoza- que a su vera genera vida. Es más hasta coincidimos en el uso de acequias y de los sistemas de irrigación en la historia y en la actualidad, salvo que aquí por la creciente actividad agrícola tienen más desarrollada la tecnología en cuanto al riego que en nuestro estado", contaron los estudiantes.

Entre las coincidencias encontraron plantas similares, como la jarilla y el algarrobo. En cambio, en las especies animales no hallaron tantas compartidas, salvo los pumas y aves típicas de la montaña.

Otro detalle común entre las dos regiones comparadas es la presencia de aguas termales y la explotación mineral.

Pero más allá de las cuestiones físicas y naturales, el grupo experimentó que a nivel cultural hay mucho aspecto compartido: ambas ciudades han sido fundadas por españoles, de ahí muchas coincidencias en sus tradiciones y costumbres, pero previo a esto, la presencia indígena ha dejado muchas manifestaciones. Por eso, la importancia para los estudiantes de no dejar de lado en el itinerario el museo arqueológico local.

"Lo que más llama la atención es como se repiten algunos rituales o creencias propias de la religiosidad popular en estas zonas áridas. Un ejemplo es el surgimiento de santuarios en plena ruta como expresión de vida y muerte en el desierto. Así en San Juan está la Difunta Correa y en Nuevo México tenemos al Cristo Chimayó que tiene su propia leyenda vinculada al desierto", enumeraron en una lista interminable de curiosas similitudes.

"Pareciera que somos hermanos a la distancia. Es por eso que seguiremos buscando más puntos de contacto", se despidieron, prometiendo volver otra vez, cargados con más cuadernos de viajeros para tomar nota.