Olvidar qué ibas a buscar en la heladera o dónde dejaste las llaves o el celular podría decirse que es común. Incluso hay personas que se caracterizan por ser completamente despistadas y no pierden la cabeza porque la tienen sujeta al cuerpo. Pero lo que podríamos calificar como cotidiano e incluso normal, muchas veces no lo es, y sin darnos cuenta se podría estar en camino hacia una eventual demencia.

Según los expertos, este trastorno es inevitable, pero varios estudios recientes afirman que, incorporando estrategias de prevención, sin importar la edad, mejora las posibilidades de mantenerse alerta y con lucidez en el futuro. 

Walter Willett, profesor de epidemiología y nutrición en la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de Harvard afirma en un articulo publicado en la web de la escuela que “el proceso subyacente relacionado al deterioro cognitivo comienza en la vida adulta temprana, y probablemente incluso antes”, por lo que tomar cartas en el asunto lo más pronto posible será positivo para nuestro cerebro.

Las potenciales causas de demencia

La ciencia aun está detrás de los motivos que llevan a que las células cerebrales dejen de funcionar a veces y las conexiones entre los centros cerebrales se debiliten. Esto conduce a una memoria y capacidad de pensamiento más deficiente, siendo la raíz de la mayoría de las formas de demencia. Cabe destacar que la demencia no se considera como parte normal de envejecimiento.

Dentro de las causas, a mediados de este año un grupo de instigadores publicaron en la revista Stroke lo que denominaron “factores de riesgo modificables” para la demencia. Los mismos son:
*Hipertensión
*Inactividad física
*Diabetes
*Obesidad
*Hiperlipidemia (alto nivel de grasas en la sangre)
*Malos hábitos alimenticios
*Fumar
*Aislamiento social (soledad)
*Consumo excesivo de alcohol
*Trastornos del sueño
*Pérdida de la audición
*Depresión

Tres hábitos que ayudan a prevenir la demencia

Múltiples investigadores sostienen que las personas pueden mejorar la salud del cerebro y prevenir la demencia siguiendo algunos comportamientos saludables. Ahora, si un miembro de la familia tiene demencia diagnosticada, las probabilidades de contraerla rondan el 70%, por lo que se puede reducir ese número cambiando el estilo de vida, eligiendo uno más sano.

Incorporar e incrementar la actividad física es un hábito muy positivo, no solo para mantenernos en forma y saludable, sino también para nuestro cerebro. Una caminata enérgica promueve la salud física y mental, mejora el sueño, disminuye los síntomas de depresión y estrés, además de promover el buen funcionamiento cognitivo.

Lo importante es comenzar cuanto antes, no importa la edad qué tengas o cómo te sientas en el momento. Puedes incluso consultar a un profesional de la salud si nunca has realizado actividad física, para hacer una evaluación sobre el estado actual del organismo y evitar así lesiones o similar.

Desafiarse mentalmente para mantener una buena memoria y habilidades de pensamiento es otro de los hábitos a incorporar para evitar la demencia. Esto se puede lograr siendo mentalmente activo escribiendo, haciendo rompecabezas, leyendo o practicando ajedrez, por ejemplo.

Por último, pero no menos importante, es la buena alimentación. Una investigación publicada en julio de este año en Neurology determinó que las personas que consumen al menos la mitad de una porción diaria de alimentos ricos en flavonoides tienen un 20% menos de riesgo de deterioro cognitivo en comparación con quienes no los consumen. Los alimentos ricos en flavonoides son las manzanas, moras, arándanos, apio, cerezas, naranjas, fresas, pimientos y fresas. Así los cambios en la dieta podrían ayudar a prevenir el deterioro cognitivo.

No solo la salud física es importante sino también la mental, por lo que nunca es tarde para incorporar nuevos hábitos a consciencia y sostenerlos en el tiempo.