Cada vez que Silvana Castro Lucero luce alguna de sus carteras de yute, también las de hilo de algodón, levanta inevitablemente suspiros a su alrededor. Y casi como un acto reflejo, a la exclamación de belleza, le sigue la pregunta obligada: ¿dónde la compraste?, ¿quién la tejió? A lo que ella, feliz, responde, que es obra de sus propias manos y que es uno de los tantos productos que ofrece en su emprendimiento Catorcela, el espacio virtual -por ahora- donde revive el vicio gastronómico de sus antepasados italianos pero que también alberga las prendas y accesorios tejidos.

Además de bolsos y carteras, esta docente, cocinera sin igual -especialmente de pastas italianas- y habilidosa costurera y tejedora, se anima a tener un catálogo de cintos, bandoleras, bandejas, canastas, forros para mates y termos, posavasos, portamacetas, centros de mesa. Aparte hace pulloveres, sacos, remeritas, bikinis, top, short, polleras y objetos de utilidad y de decoración para el hogar (como manteles y repasadores con guardas o puntillas). Pueden ser tejidos, en yute pero también en otro tipo de materiales como hilo de algodón. Todo lo hace con diseños propios, aunque también, confiesa, puede reproducir lo que ve en una fotografía, sin temor a equivocarse. Es que ella aprendió a tejer, mirando lo que hacían y la instaban a hacer su abuela Elsa, su bisabuela Magdalena y su mamá. Es más, recuerda que cuando tenía 10 años, sus grandes maestras le prestaban las revistas de tejido de época que no tenían grandes descripciones, sino un brevísimo resume de un paso a paso. En cambio, si traían gran despliegue fotográfico de las prendas u objetos a tejer. Así fue como aprendió a descifrar las técnicas y puntos claves.

"Mi abuela y mi bisabuela me entretenían tejiendo. Empezó como un juego, sin saber que al cabo de unos años, esta entretención se convertiría primero en la posibilidad de hacerme muchas cosas que me gustan para mí o para mi familia, en una actividad desestresante de la rutina y después en una salida laboral porque mucha gente al ver lo que hago, me hace pedidos. Así empecé a hacer para terceros y fui aprendiendo. Pero realmente, la gran fuente de inspiración eran esas revistas viejas donde uno se las ingeniaba para sacar puntos mirando las fotos. Eso ha sido muy valioso para mí'', rememora la emprendedora.


Más allá de su versatilidad, hoy el foco de sus trabajos está puesto en las carteras de yute, de distintos tamaños, formas y finalidades, inclusive combinadas con otros materiales (por ejemplo con correas de tela sublimada o con manijas de madera o mimbre) ya que son uno de los objetos infaltables de esta temporada primavera-verano. Si bien no es una nueva tendencia porque ya en los años '70 fueron furor los bolsos de fibras naturales, vuelven a cobrar vida y a multiplicarse en las vidrieras. No hay nadie que no quiera tener una. Eso lo tiene claro la dueña de Catorcela, al igual que Christian Dior, Fendi, Chanel, Prada, entre otros, que han incluido este tipo de accesorios en sus colecciones, apostando al concepto de slow fashion, una filosofía de consumo responsable, no contaminante y sustentable.


"El mercado ahora ofrece una enormidad de opciones en yute: se consigue en mercerías y casas de venta de lanas, material de distintas variedades y colores, más fino, más grueso, en ovillos o madejas. Eso abre mucho las posibilidades. Además en crochet se pueden hacer diferentes puntos, se pueden simular algunos puntos de dos agujas, distintos diseños, se pueden hacer dibujos, en definitiva, lo que la cliente quiera para personalizar su cartera'', explica Silvana que tiene una "socia'' o "ayudante'' especial.

"Con mi mamá que le gusta más tejer a dos agujas y yo que me encanta el crochet, muchas veces hacemos proyectos juntas para que salgan prolijos y vistosos. Realmente quedan productos de diseño'', cuenta.


Claro que además de la moda por este tipo de diseños, a la par hay una revalorización del trabajo artesanal y eso entusiasma a Silvana a seguir haciendo propuestas innovadoras. "Antes no se valoraba el trabajo artesanal y se discutía el precio, ahora está de moda, pero además se paga su valor real teniendo en cuenta todo lo que implica hacerlo con muchos días de dedicación para la mano de obra y que se trata de objetos de exclusividad, porque ninguna prenda o accesorio queda idéntico a otro', explica esta verdadera artesana que por ejemplo hace sus productos de una sola pieza, algo que no es fácil de realizar.

  • Para saber más

El precio de los productos y prendas tejidas que comercializa Silvana depende del valor del material y la cantidad necesaria. Una cartera de 300 gramos de yute, por ejemplo, ronda los 5.400 pesos.


Silvana acepta el pago por medios digitales como Mercado Pago, entre otras alternativas.


El tiempo de entrega depende del trabajo que implique su confección, que puede ser entre una semana a un mes aproximadamente.


Para consultas y para encargues se la puede contactar por Whatsapp al teléfono 2644432926 o por redes sociales (se la ubica en Instagram como @Catorcela)


Una materia prima versátil


Dicen que al yute se lo llama la "fibra dorada', por la belleza de su tonalidad que va desde el blanco al marrón claro. Lo cierto es que es una de las fibras naturales más largas (de 1 a 4 metros) y más usadas para diversas aplicaciones textiles (considerada la segunda de las fibras vegetales después del algodón). 


El yute es extraído de la corteza de la planta del yute blanco y, en menor cantidad, del yute rojo. Es una fibra natural con un brillo sedoso dorado. Es un cultivo anual que se desarrolla en cerca de 120 días, florece en zonas de tierras bajas tropicales con una humedad del 60% al 90%. 

La fibra de yute es 100% biodegradable y reciclable y, por consiguiente, inocua para el medio ambiente. Es super versátil: durante la revolución industrial, el yute reemplazó durante mucho tiempo a las fibras de lino y cáñamo en la arpillera. Entre sus propiedades, se destaca que es aislantes, tiene baja conductividad térmica y moderada retención de la humedad, también es resistente a la tensión.