Por: Bernardo Stamateas


¿Acostumbrás quejarte? Todos nos quejamos. Cuando tenés que hacer un trámite y tardan mucho en atenderte, decís: "¿A vos te parece? No me atienden nunca"; o cuando vas a tomar un café y te lo cobran el doble, decís: "¿Cómo puede ser que me lo estén cobrando tan caro?". Esa es la queja normal: viene una presión, uno la suelta y desaparece.


Pero muchas personas a la queja, le suman la murmuración. ¿Qué es murmurar? Es cuando la queja se instala dentro de la persona como un hábito y se la cuenta a todo el mundo. Ya no es una queja de algo circunstancial que pasó y se terminó, sino que es algo que queda dentro de uno. El que se queja, en realidad, no quiere resolver el problema. Lo que el quejoso busca es repetir la queja. Por eso muchos empleados, cuando viene alguien a quejarse, dicen: "¿Y qué quiere que yo haga? Tiene razón". Hay gente que se enoja mucho y se molesta porque le gusta repetir el malestar hasta el cansancio y, en el fondo, no busca resolver el problema.


La queja es el planteo de alguien que está vencido. Por eso, cuando le sugieren a un quejoso: "Bueno, ¿por qué no hacés esto?", responde: "No, de ninguna manera. "¿Por qué no te perfeccionás en tu tarea?". "¿Para qué voy a seguir estudiando si no te ayuda para nada?".


En realidad, la queja constante es un disfraz de la frustración que tengo. Si yo me quejo porque todo aumentó, demuestro mi frustración. Es decir, que el tema de mi queja revela el área donde estoy frustrado.

Cuando una mujer se queja y expresa: "Los hombres son todos iguales", es porque esconde una frustración afectiva. Cada uno puede identificar su frustración observando cuál es el tema de su queja más frecuente. "Los chicos de ahora son todos unos malcriados" probablemente tengas una frustración como mamá o como papá. El área donde te quejás es el disfraz de tu propia frustración. Pero si vos tenés el valor y la energía para mirar hacia adentro a partir de ahora, en lugar de quejarte, podrás reconocer qué frustración necesitás trabajar para sanar.


La queja siempre trae estancamiento y no nos permite avanzar.


¿Cómo deberíamos reaccionar frente a la queja? De dos maneras:


1.    Rehusando ser una víctima


Si, en lugar de quejarte de tu marido o de tus hijos, vas y les pedís lo que necesitás, dejarás de ponerte en el papel de víctima. "Quiero tal cosa, necesito tal otra". No les digas veinte renglones, hacelo en una frase breve. "Yo necesito que usted me atienda"; "yo quiero que me trates bien"; "yo necesito que me escuches"; "yo quiero pasar". Cambiá la queja por el pedido porque el pedido busca la solución pero la queja busca ser una víctima y quedarse atascado en eso.


2.    Siendo personas proactivas


La gente que se queja no resuelve nada pero la gente que avanza y logra todo lo que se propone en la vida son personas de acción. De ese problema que tenés, no te quejes; anunciá que es una recompensa para llevarte a un nuevo nivel porque la queja trae estancamiento o pasividad. ¡Sé una persona proactiva!


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