Llegan juntos a la escuela, hacen las tareas en un ámbito en el que hay otra seño, y sobre todas las cosas se acompañan para crecer. Es un ida y vuelta, y ambos lo saben. Así vive Nancy Romero su rol de docente tras la jubilación como profesora de Educación Especial, y su decisión de ser DAI. Aramis (7 años), es su alumno actual en la escuela Juan Mantovani en Albardón, con quien comparte horas del día para lograr que incorpore la mayor cantidad de contenidos posibles.
Todo comienza mucho antes que el resto de sus compañeros. Es que Nancy debe adaptar las tareas planificadas por la maestra de segundo grado, y sobre todo, anticiparle como transcurrirán las actividades escolares. Para él contar con una estructura es fundamental. Claro que este acompañamiento no termina ahí, hay otros objetivos que se cumplen y que son vitales para su presente y futuro: incorporarse de lleno al ámbito escolar y social.
"Me jubilé a los 49, pero decidí seguir enseñando, simplemente porque me gusta lo que hago. Me sentía joven y con ganas de trabajar. El título de docente especial, me permitía ejercer como maestra de apoyo para chicos que tienen un certificado de discapacidad brindado por un neurólogo quien junto a una psicopedagoga deciden que necesita esa ayuda. En mi caso trabajo con obras sociales", cuenta Nancy.
Hasta la fecha ha tenido tres alumnos, todos con el mismo diagnóstico encuadrado en el trastorno del espectro autista, que han logrado avances que la sorprenden. Es aquí cuando se comprende que el primer punto que debe establecer una, o un Dai, es la conexión con el niño o la niña, que trasciende la enseñanza y el aprendizaje.
"En cada caso, uno lo que intenta es brindar los medios necesarios para que el chico acceda a la mayor cantidad de actividades escolares, realizando ajustes para la mejor comprensión de los contenidos. En el caso de las personas autistas se trabaja mucho con las imágenes, pictogramas y material concreto para que entiendan las consignas que deben ser claras y cortas. Otra de las tareas es anticiparle todo lo que se hará en el grado para que no se asuste, ya que por lo general son chicos que se desestructuran cuando no saben qué hacer, en cambio si le organizas el espacio, lo que va a tener en la primera hora o cuando llegan los recreos, logra ordenarse. Necesita estructuras para poder hacer las cosas", cuenta Nancy.
Es bien sabido que a los chicos con trastorno autista les cuesta establecer vínculos, aunque la experiencia demuestra que se puede, si quien lo asiste hace los veces de mediadora con otros niños hasta que él logra objetivos por sus propios medios.
"Me sorprende a diario, incluso para cumplir con lo pedagógico. Es un ida y vuelta porque uno aprende constantemente de ellos. Otra tarea es trabajar con los compañeros, contarles cuál es su condición, qué cosas les gusta y qué no, y ellos son tan buenos, tan permeables, que apoyan el proceso sin problema. Muchas veces levantan la voz en el aula, y ahí les recuerdo que a Aramis le hace mal el ruido. Actualmente ya han aprendido a autorregularse, que todos somos diferentes y que cada uno tiene algo para destacarse. Esto también lo transmiten en la casa porque por lo general somos los adultos los que ponemos más obstáculos", agrega.
Crear un vínculo con Aramis no fue fácil, pero con el tiempo las cosas cambiaron. A esta altura el afecto fluye, tanto que la seño Nancy ya atesora dibujos con corazones que advierten el afecto entre ambos. Y eso no es todo, también llegaron los abrazos, algo que al comienzo parecía imposible.
"Hemos progresado bastante. Nos sentamos juntos porque él no hace copia del pizarrón. Le hago papelitos, enunciados cortos y él los pasa al cuaderno. A la fecha, y ya desde el año pasado, ha logrado organizar los espacios y escribir en los renglones. Me sorprendió también que haya aprendido la tabla del 2 y del 3, porque su mamá, a pesar de que trabaja mucho, lo apoya del mismo modo, y eso es muy importante en el proceso. Son dos los pilares fundamentales, la familia y la maestra, de otro modo no funciona", relata.
Sin duda, y aunque parezca trillado: "el amor salva", y así lo demuestra Nancy, quien asegura que la clave es la paciencia, el cariño, el respeto, y la responsabilidad.
Claro que suma otro pilar básico: la apertura no sólo de ella para llevar adelante esta tareas sino también de la otra seño de grado.
El afecto la define y la expande en el aula de segundo grado de la Mantovani, porque en este ida y vuelta los otros chicos también la incorporan como "la otra seño", la agregan a sus afectos y así todos se ayudan mutuamente.

