Los hermanos Martínez de la banda Labriegos en su oficio de metalúrgicos durante la cuarentena

Hacen honor al nombre que le dieron al grupo musical que los llevó a la fama: Labriegos. Talento para la música, tienen, y es indiscutible si de cosecha de aplausos en su haber se trata. Desde los escenarios locales, el soñado Cosquín, hasta sus peñas multitudinarias que marcaron un momento de creciente fervor folklórico en San Juan. Lo que pocos sabían es que no es el único don que tienen, ya que en pandemia salió a brillar su buena mano y conocimientos para fabricar muebles y todo producto vinculado a la metalúrgica. Un oficio que Claudio y Ricardo, más conocidos como Katy y Bebe Martínez, pioneros de la banda, heredaron de su padre y despuntan con gran habilidad. Hasta ahora era un hobby, sólo hacían cosas para el hogar, y durante la cuarentena se abocaron a fabricar todos los muebles para lo que será el Bar Cultural Darwin, que abrirá inmediatamente se retome la actividad artística.


Su casa ubicada en calle Mendoza y lateral de Circunvalación Norte, punto clave para este nuevo emprendimiento, no pasa desapercibida para fans, amigos y conocidos, más aún cuando advirtieron las obras que hacían para poner en funcionamiento su futuro lugar de espectáculos. 


Así es como muchos empezaron a hacer pedidos, desde una estufa, sillas, chulengos, mesas con terminación en madera hasta todo lo que uno se imagine que tenga como base el metal. Fue entonces cuando el hobby pasó a transformarse en un trabajo que esperan sólo dure hasta que termine la pandemia, porque, como es lógico, sus almas de artistas piden volver a escena. Y es aquí cuando uno termina de entender el honor que hacen al nombre labriegos, trabajadores incansables que cultivan desde el arte.


A la par, la música siguió presente porque unos días están dedicados a la metalúrgica y otros a las tocadas en la web.


"La idea del bar es que haya espacio para clases de guitarra, de batería y otros instrumentos durante el día, y a su vez tener la cocina y el lugar suficiente para montar shows. Por ahora hacemos todo para que llegado el momento tengamos las habilitaciones para abrir. Mientras tanto, gracias a este proyecto, compramos máquinas para hacer los muebles y todo lo necesario para el espacio cultural y también fue una forma de reinventarnos en la cuarentena. Primero empezamos con cosas para nosotros y luego llegaron los pedidos. Quizás ayuda que vivimos en un lugar de mucha pasada y la gente empezó a pararse para comprar y lo vimos como un ingreso para este momento en el que no hay espectáculos y no podemos trabajar con la música. No menospreciamos éste, ni ningún trabajo, pero nos entristece un poco no hacer solo música", dice Bebe.

Los otros integrantes de Labriegos también están colaborando en otros trabajos, siempre con el espíritu de mantener a sus familias y volver a los escenarios con su música tan esperada por los fans que cosecharon en los últimos años.


Una de las preocupaciones de Katy y Bebe es la desaparición de algunas bandas musicales como consecuencia de la pandemia. "Los artistas hemos quedado muy desamparados. No hemos reclamado que nos den nada, pero considero que debería haber algún tipo de ayuda. Por eso agradecemos a Dios que con esto nos está yendo bien", agrega.


Los días para uno y otro trabajo están perfectamente definidos. De lunes a jueves se fabrican muebles, rejas, portones, en tanto el resto de los días graban temas para hacer videos con La Callejera, con El Seibo, entre otros artistas de renombre nacional.


"Eso nos lleva tiempo con la música, afortunadamente. También hemos participado de programas de radio por Zoom con Buenos Aires, Córdoba y Santiago del Estero. Con La Callejera grabamos un tema de ellos que se llama Baila País porque en una parte nombra a la región cuyana y nos eligieron a nosotros para que grabemos acá", dice Bebe.


Por suerte, el trabajo no faltó. Es que ellos están acostumbrados a ganarse el pan desde chicos porque son siete hermanos que actualmente ya tienen su propia familia. Fue su papá, el Cachorro Martínez, quien inculcó la cultura del trabajo y les enseño un oficio. "Yo no recuerdo que en casa hayamos comprado un mueble alguna vez, todo lo hacíamos nosotros. Por eso ahora aprovechamos que la metalúrgica atrae, siempre hay alguien que quiere hacer una reja, una mesa, una silla. Así fue que mucho familiares y conocidos empezaron a encargar y eso nos ayudó. También notamos que los que habían ahorrado algo querían arreglar su casa. Hemos hecho desayunadores, banquetas altas, mesas de trabajo para gente que hace pan u otra producción. Nos gusta mucho, trabajamos a conciencia y le ponemos un toque artístico, desde las iniciales de las personas o detalles que dan un toque y un valor agregado. Nos gustaría que nos quede un bonito recuerdo de esto, y a la gente también", indica. 


Solidarios


Además de hacer muebles, grabar en distintas plataformas de la web, también se dan un tiempo para colaborar con algunas personas. Tanto es así que a través de sus redes han conseguido alimentos para ayudar a ollas populares que se han gestado en algunos barrios y villas, a raíz de la cuarentena."Es sólo dar una mano, recibimos donaciones de la gente que nos conoce y luego repartimos. Eso también lo aprendimos en la casa porque al ser muchos hermanos sabemos como cuestan las cosas", expresa.


Estos músicos no le hacen cara fea al trabajo, por el contrario, saben y reconocen lo bueno de haber tenido un oficio que les permite superar esta circunstancia. Lo saben tan bien como que pronto volverán a llenar salones, estadios y grandes predios con su música. Algo muy esperado por sus seguidores y bailarines que llegan para escucharlos y hacer gala de sus danzas. 

Por Myriam Pérez
Fotos: Gentileza de Bebe Martínez