Hace tiempo que se dejaron de lado las dietas para hablar de cambio de hábitos nutricionales, entendiendo que esto es fundamental para tener una buena calidad de vida y, sobre todo, para prevenir factores de riesgo en la salud. A la par, nacieron diferentes tendencias que no sólo se refieren a los productos que se incluyen sino a corrientes que se generan según las necesidades energéticas, gustos, creencias, filosofía de vida, intolerancia a ciertos alimentos, entre otros. No obstante todos aseguran tener la verdad de algo tan importante como es la comida. Actualmente se habla de "Alimentación Consciente", "Real Food", "Probióticos", "Grasas saludables", entre otras que se aplican según las prioridades de las personas. Claro está que cuando alguien decide un cambio de este tipo debe consultar a un médico especialista o una licenciada en Nutrición, que es quien determinará si se adecua o cómo debe proceder en cada caso.

Hecha la salvedad, la nutricionista Nadia Ruiz dio detalles de dos de estas tendencias. 


* Alimentación consciente o Mindfoodness: Es un movimiento que surgió a raíz de la necesidad de cambiar hábitos negativos para la salud y por sobre todo modificar la alimentación para disminuir el impacto de las enfermedades metabólicas. Como su nombre lo indica se trata de prestar atención a lo que se come, aún cuando esto pareciera algo tan cotidiano. No obstante esto va más allá, y exige comer con todos los sentidos y no solamente en el momento de llevarse un alimento a la boca sino antes, durante y después de ingerir alimentos. La idea es cambiar la relación con la comida teniendo en cuenta que lleva implícito un componente emocional. 


Esta corriente promueve el autocontrol y el autoconocimiento, es decir que facilita la forma de detectar señales de hambre y de saciedad; evita el automatismo de comer, lo que sin duda impacta en la incidencia de la obesidad ya que cada persona empieza a controlar las ingestas por emociones.


Hay estudios que indican que en un ambiente controlado, aplicar las técnicas del mindfoodness disminuye la incidencia de trastornos alimentarios.


La profesional advierte que a la par se presentan algunas desventajas. "En esta práctica, si no estamos bien entrenados, podemos llegar a comer en exceso. Requiere un entrenamiento constante y lleva tiempo identificar señales del cuerpo", destaca Nadia.


* Probióticos: También denominados "Alimentos para el segundo cerebro del cuerpo". Esto nace a partir de que en los últimos tiempos se investigó la relación que tenía el intestino y las bacterias que allí se encuentran en la denominada microbiota (población bacteriana del intestino), a la que se le atribuye menos incidencia de enfermedades infecciosas. Así se descubrió que habían ciertos alimentos que en su composición contenían los llamados "Probióticos". Estos son alimentos o suplementos que contienen microorganismos vivos destinados a que cuando son consumidos mantengan o mejoren las bacterias "buenas" del intestino. Se encuentran en mayor cantidad en el yoghurt, el chucrut y el kéfir, que son de elaboración casera. "Es importante destacar que los efectos secundarios son poco frecuentes y por esto la mayoría de los adultos sanos los pueden incorporar.


Estos alimentos garantizan una correcta digestión y estado de salud e incremento de la respuesta del sistema inmune. Una dieta pobre en fibra puede producir cambios en la microbiota intestinal y una disminución en la población de Lactobacillus con aumento de Bacteroides, capaces de desdoblar los ácidos biliares secundarios en compuestos carcinogénicos. Así queda claro que la composición puede ser modificada por la ingesta de alimentos que contengan prebióticos y probióticos y evitar enfermedades como el Cáncer.


Otras corrientes


Además de las mencionadas por la profesional local, hay otras tendencias elegidas por la gente que pululan por todo el planeta.


* Real Food: El Realfooding es un movimiento que defiende la divulgación y consumo de la comida sencilla, omitiendo la comida procesada. Esta tendencia, que ha tenido mucha repercusión en redes sociales como Instagram, aboga por aquellos alimentos que no han sido industrialmente procesados o cuyo procesamiento no ha interferido en sus cualidades naturales ni empeorado la calidad de su composición.


Aquí surge la duda, ¿son malos todos los procesados? La respuesta es no y es que como apuntan los expertos hay alimentos que requieren de un proceso para hacerlos más seguros, mejorar su conservación o facilitar su consumo. El problema son aquellos alimentos que durante el proceso pierden algunas de sus propiedades o ven su calidad mermada con la inclusión de algunos ingredientes de carácter industrial.


Los realfooders ingieren productos no procesados, mínimamente procesados o cuyo procesamiento no los altere negativamente. Por ejemplo: verduras, tubérculos, hortalizas y frutas; frutos secos, legumbres, hierbas, especias y semillas; café e infusiones; cereales ciento por ciento integrales o de grano entero; pescado, mariscos y carnes sin procesar; huevos y leche fresca.


También incluyen algunos cuyo procesamiento industrial es beneficioso y seguro, como cualquier comida real envasada al vacío, el aceite de oliva virgen extra, los panes integrales, el chocolate negro o el cacao en polvo de más del 70 por ciento, las bebidas vegetales sin azúcares añadidos, entre otros. Un buen truco para distinguirlos es que en su etiquetado tengan solo de uno a cinco ingredientes.


Desestiman todos aquellos preparados industriales por ser "menos saludables, principales causantes de la obesidad a todas las edades. Algunos ejemplos de estos alimentos son: panificación industrial, cereales refinados, snacks salados, precocinados listos para calentar o freír. 


*Grasas Saludables:  Precisamente se basa en que no todas las grasas son dañinas por lo tanto se pueden usar todas aquellas que benefician el organismo. Estas se encuentran en el aceite de oliva y en las paltas, las almendras, nueces, avellanas y semillas (lino, chía, sésamo), y productos que proceden del mar, como el salmón y el atún, por su alto contenido en ácidos grasos omega 3. Son una gran fuente de energía, ideal para gente activa y deportista.


Aunque se ha criticado mucho el papel de las grasas en la dieta e incluso se ha recomendado eliminarlas, lo cierto es que son necesarias. Además de aportar energía al organismo, son indispensables para la absorción de vitaminas liposolubles (A, D, E y K), para el desarrollo y crecimiento, fundamentalmente, de los niños, para la buena salud de la piel o del cabello o para crear reservas calóricas en épocas de escasez. También participan en la producción de hormonas, en la fabricación de las membranas celulares y son necesarias para un adecuado funcionamiento del cerebro. Eso sí, hay diferentes tipos y algunas son mejores que otras.


Por este motivo es que esta corriente nutricional promueve el uso de las denominadas grasas saludables, descartando el resto.