La propuesta es el paraíso de los creativos, en estos días de frenético estrés y agotamiento, luego de un año 2020 de pandemia y todo lo que eso implica. Un ambiente amable, donde se respira buena onda. Dónde hay un bastidor en blanco y una copa de vino esperando. Y es, una invitación a dejarse llevar por los sentidos, los desafíos y los talentos escondidos. ¿Qué más se puede pedir?


En resumen de eso se trata La Añada, un flamante espacio que combina el arte y el vino, una idea super original de tres amigos de la vida, tal como se definen Juan Francisco de la Plata, Agustín Gatica y Franco Balmaceda. Aclaran que no es un bar. No es un taller. No es una cava donde se hacen degustaciones de vino. No es un museo ni una galería de arte. No es un tan solo un negocio. Sino un ámbito para actividades culturales placenteras, hasta ahora inexistentes en la provincia. No es un evento de pintura. Sino una salida vinculada a lo artístico que llegó para quedarse todo el verano y los meses subsiguientes.


La Añada, abrió sus puertas, hace apenas unas semanas, en Avenida España casi Maipú, en Capital, y ya se presenta como un sitio obligado para quienes buscan descargar energías o tal vez, relajarse y por qué no, animarse a dar las primeras pinceladas, también para quienes añoran tan solo tener una vivencia diferente o reunirse con amigos en un contexto distinto. Para ir, no hace falta conocer absolutamente nada de Artes Plásticas. Para eso hay dos expertas en la materia que guían la sesión. Pero a su vez, la idea es que cada uno vaya a hacer lo que pueda, lo que quiera y fundamentalmente a pasar un buen momento.

Ese fue el concepto primordial que encontraron estos tres socios -un abogado y dos estudiantes de Administración de Empresas que no llegan a los 30 años- para enfrentar la desidia del año que acaba de terminar y la incertidumbre que ha quedado sobrevolando en este período que está empezando. Ellos confiesan que no tenían mayor apego ni por el arte ni por el vino, no tenían conocimientos de estos dos ámbitos tan sibaritas ni tenían contactos o auspiciantes que los avalaran. Pero igual quisieron apostar porque les pareció una conjunción interesante y un nicho de mercado no cubierto en la provincia, lo que los incitó a lanzarse a la aventura de ofrecer una propuesta interesante basada en productos y talentos netamente sanjuaninos.


Los promotores de la iniciativa la tienen clara: "no somos ni un ente educativo donde vas a aprender toda la teoría y todas las técnicas de pintura habidas y por haber. Somos un lugar de ocio, de placer. Podés tener experiencia o venir a la añada y sentarte y agarrar por primera vez un pincel. Todos la van a pasar genial. No hace falta ser un experto del dibujo, quizás eso frene un poco, es lo que estábamos buscando, romper esos esquemas, esas limitaciones, porque sin querer o no, es un poco cerrado el círculo del arte, de la cultura, siempre se acerca la misma gente y lo que queríamos es que todos se animen a probar y a sentirse unos artistas. Al sanjuanino, a veces, le cuesta probar algo distinto, salirse de sus lugares típicos y conocidos. Pero puedo asegurar, por las respuestas obtenidas, que una vez que viene, le encanta y hasta el resulta una terapia'', resume Juan Francisco.

Pinceladas en copa


A La Añada se va, ni más ni menos, que a pintar. Para eso, cada fin de semana, hay una propuesta temática elaborada por dos licenciadas en Arte, Zaira Bacha y Eliana Femenía, que son quienes guían la actividad, enseñan algunos secretos, opinan sobre los dibujos y ayudan a tener los mejores resultados. Inclusive ellas pintan a la par en vivo. Hasta ahora, este dúo de profesionales ha incentivado el inspirarse en las sensaciones del eclipse de sol y los vínculos familiares y las ganas de celebrar la vida, pero hay ideas planificadas para pintar canciones, pintar escritos, hacer cuadros en serie, pintar entre amigos o en pareja, entre muchas iniciativas a futuro que rondan alrededor de este espacio. Claro que si el concurrente lleva una idea en su cabeza, la puede volcar al lienzo sin problemas. Por supuesto que nadie se lo cuestionará, sino que, por el contrario, se lo promoverá para que se anime al desafío de inspirarse y dibujar.


Es justamente en ese momento donde, entre los materiales provistos por los emprendedores -el bastidor de lienzo, los pinceles y los acrílicos- aparece como protagonista el vino.


"A veces la gente llega tímida. Pero una copa de vino ayuda a concentrarse e inspirarse, a empezar a desenvolverse con libertad, acompaña el momento. Funciona como cómplice, como deshinibidor. La música, una tabla de quesos y la compañía es otro aliciente'', cuenta el nuevo emprendedor cultural que fundamentalmente valora los vinos locales, aunque también pueden servir cervezas y bebidas sin alcohol para quién lo desee.


El lugar sólo abre jueves, viernes y sábado a las 22. Pero eso no quiere decir que la actividad pueda trasladarse a una bodega, una finca, volverse leit motiv de una celebración familiar, un cumpleaños y hasta una despedida. 


La actividad dura dos horas y una vez que se cumple el tiempo, cada uno vuelve a su casa, con su cuadro bajo el brazo y... sin lugar a dudas, con una sonrisa, de oreja a oreja. 

Para dejarse inspirar


La Añada tiene su propio local en Avenida España 453 norte, antes de Maipú, justo enfrente al Museo de Ciencias Naturales. El lugar tiene capacidad para 16 participantes que se ubican en mesones compartidos por dos personas, para respetar el protocolo por el Covid-19. Las sesiones duran 2 horas, desde las 22 y se pide puntualidad para no perderse ninguna instancia de la vivencia. Hay que hacer reserva sí o sí por medio de redes sociales (en Facebook aparece como La Añada San Juan y en Instagram como @laanada o por WhatsApp al 2644859369
La sesión tiene un valor de 1000 pesos por persona, monto que incluye los materiales, el vino y la tabla de quesos. Se puede abonar por Mercado Pago. Inclusive se puede regalar porque hay una opción de gift card.


Se puede ir solo, acompañado, en pareja o en grupos de amigos. El único requisito de admisión es ser mayor de 18 años.


Por Paulina Rotman
Fotos: colaboración Juan Francisco de la Plata