Muchas veces se puede creer en el destino, o citar máximas como la del General San Martín que dice "serás lo que debas ser o no serás nada", y así dejar fluir los acontecimientos. Hay quizá una porción de estos elementos que caben en la vida de una persona, según la propia interpretación, pero fundamentalmente se suma el talento, las ganas y la pasión por las cosas que se descubren para hacer el propio camino. Así Jorge Pato Marún encontró el suyo. Empresario exitoso, de trayectoria, que, a prima facie, parece haber descubierto la pasión por la pintura en su adultez, pero no es así. Su mamá estudió violín, su hermana Josefina es pianista, y para completar la trilogía que le permitió obtener las primeras miradas hacia ese mundo estuvo su tía abuela, la conocida pintora de flores Bibí Zogbe. Con ella retomó contacto a los 18 años cuando se fue a estudiar Contador Público Nacional a la Universidad Nacional de Buenos Aires. Allí esperaba los domingos no sólo para compartir el almuerzo sino también para quedarse a las tertulias, típicas de la época, en las que la "creme de la creme" de los artistas se reunía en su casa para hacer música, pintar e intercambiar ideas. Nada mejor para quedarse enamorado para siempre de la bohemia artística.
También en San Juan pudo disfrutar de las reuniones en su propia casa gracias a su hermana que invitaba a gente del arte.
Todo eso quedó impregnado en la capacidad creativa de Jorge hasta que decidió comenzar a pintar. Tanto que ya hizo su primera muestra "De atardeceres y otras encrucijadas", en el Centro Cultural José Amadeo Conte Grand y se viene la segunda que será inaugurada el 10 de julio a las 20,30 en el Club Sirio Libanés, de retratos que van desde genios como Jorge Luis Borges, el maestro David Barenboim; Bibí Zogbe, el escritor novelista Yasunari Kawabati, hasta familiares suyos, entre ellos retratos de sus sobrinas que han cumplido 15 años.
La curaduría está a cargo de la magister Sonia Parisí, hija del conocido pintor retratista y periodista sanjuanino, Armando Parisí.
Camino al arte
Su primer curso de dibujo lo hizo en el año 70 con Polo Suárez Jofré, cuando volvió a la provincia durante 6 meses por un viaje a Europa que tenían sus padres. "Eso fue en la antigua Facultad de Arte que funcionaba en el lateral del Auditorio donde ahora está la Escuela de Música", cuenta Jorge. Pasó tiempo desde aquel momento y recién hace 8 años retomó sus estudios. Esta vez fue de la mano de Malena Peralta, quien dictó un curso particular de dibujo. "Estuve dos años tomando clases mientras le robaba tiempo a mi trabajo empresario, pero era algo maravilloso para mi. Luego continúe con el maestro Arturo Sierra, con quien estoy desde hace seis años", relata.
"El arte requiere de mucha dedicación para el manejo de la técnica y por lo tanto es importante el rigor con el cual uno se forma, ya que sin eso no se alcanza el conocimiento necesario para poder expresarse. Esta expresión es la última parte después de la formación, por eso comencé a pintar con continuidad a los 60 años (N.d.R:actualmente tiene 64). Lo que pasa que uno vive la vida con mucha omnipotencia pensando que el tiempo es infinito y no es así. Los deseos los vas postergando, sobre todo en la clase media, que son los que más hacen para alcanzar objetivos que muchas veces le demandan toda la vida, como tener su casa y su vehículo. Es un esfuerzo grande y con condiciones que se han ido agravando, yo cuando egresé de la universidad tenía trabajo seguro, actualmente quienes eligen mi profesión no lo tienen. Todo eso no permite hacer las cosas que dan placer, pero hay hechos catárticos que te permiten recuperar el deseo, en mi caso pude comprender que quería dedicar los años que me quedaran a otra cosa que la que había hecho y que ya tenia una
trayectoria a la que mucho más no podía agregar entonces decidí dedicar el resto de mi vida a lo que mas me gusta, pintar", cuenta Jorge, quien durante toda la vida se dedicó al comercio con la creación de La Rueca junto con Alberto Tewel.
Eligió para canalizar sus emociones el óleo, primero sólo a pincel y luego espátula. "Si bien la mayoría de las obras son de técnica mixta, la espátula me seduce por la carga de materia que tiene y la expresión que se puede lograr a través de eso".
Sus primeras obras fueron paisajes, fundamentalmente crepúsculos, de hecho esa fue la muestra con la que debutó en el Centro Cultural José Amadeo Conte Grand en marzo último bajo el nombre "De atardeceres y otras encrucijadas".
En esa oportunidad la curaduría estuvo a cargo de Virginia Agote y su equipo de trabajo.
Luego llegaron los retratos, algo nada sencillo si se tiene en cuenta que no es solo el dibujo de un rostro sino de todas aquellas expresiones y huellas que va dejando la vida en cada uno. "Debe hablar de la persona, debe revelar su alma, cada uno tiene sus propios paradigmas en su vida y se llevan en el rostro si uno lo sabe mirar. Hay una canción muy conocida "Los caminos de la vida" que habla de ese recorrido y sin duda están reflejados en el rostro. Trato de mirar todo aquellos que otros no pueden ver".
Pese a su corta trayectoria en muestras compartidas y hasta ahora solo una individual, Jorge tiene el orgullo de contar que obtuvo el Quinto premio en el segundo concurso de pintura "Fundación de San Juan", cuyo jurado estuvo integrado por los reconocidos artistas Mario Pérez, Helena Psadarakis y Jamile Apara.