El fenómeno llamado vamping hace referencia, justamente a esos seres que solo aparecen de noche, y es el culpable de que los adolescentes se vayan a dormir más tarde, aun cuando al día siguiente tienen que ir al colegio. Mientras esto pasa en casi todos los hogares, se advierte en insistir en la importancia de las horas de sueño durante la etapa escolar, ya que la mayoría replica estar cansado. Esta tendencia ocurre con los chicos entre 12 y 20 años, parten a la cama con el celular para escuchar música, hablar con amigos por Whatsapp, usar Twitter e Instagram.

Es natural que a los adultos les parezca que la adolescencia del siglo XXI tiene poco que ver con la del siglo XX que ellos vivieron. Y tienen razón. Muchos rasgos son propios de esta generación, marcas de identidad que los definen. Los jóvenes de hoy son propietarios de una tecnología más diversificada que la generación anterior. Son más visuales que nunca y priorizan las pantallas como jamás antes había sucedido. Casi todos usan diferentes tecnologías en simultáneo, por eso se los llama "generación multimedia".

Nosotros crecimos en la era en que la conexión con el mundo exterior se acababa apenas apoyamos la cabeza sobre la almohada, para los chicos de hoy ese momento – la noche, la casa en penumbras, los padres durmiendo – es ideal para salir a interactuar en el mundo de los bytes, para hablar con sus pares por Whatsapp y compartir contenido en las redes sociales. Desde sus camas, con smartphones, notebooks o tablets, se convierten en pequeños vampiros digitales. (Libro "Los chicos y las pantallas" de Roxana Morduchowicz).

El 70% de los adolescentes argentinos se conectan a Internet a través del celular y están online todo el día, de acuerdo con un estudio que hizo UNICEF el año pasado.


Según la estadounidense Danah Boyd, autora de "No es tan fácil": la vida social de los adolescentes en la red (Yale University Press), la noche es uno de los pocos momentos que les quedan disponibles para relajarse con sus pares.


La vida a través de las pantallas

Para la psicóloga María Inés Stanziola, especializada en adolescentes, aclara: "El mundo funciona con la tecnología, actualmente es casi imposible pensar nuestra vida sin sus beneficios, de hecho hay muchas actividades que no podrían realizarse sin ella. El uso de la tecnología, no solamente beneficia sino que es necesaria para los adolescentes y para todos. Quienes tenemos acceso a la tecnología, recurrimos a ella con fines recreativos, comunicativos, informativos, educativos, laborales, sociales y muchos más. Como tantas cosas en nuestras vidas, podemos hacer un uso beneficioso o perjudicial de estas herramientas, y ahí hay un margen donde elegimos y actuamos con cierto grado de libertad. Los adolescentes y los niños necesitan cuidado y acompañamiento de los adultos para que su relación con la tecnología sea beneficiosa. Muchos chicos utilizan las redes durante todo el día, pero los adultos también lo hacemos, incluso con cierta imprudencia, al manejar, en una reunión, cuando nuestros hijos están a nuestro lado, lo vemos a diario. Entonces es el momento oportuno para determinar el uso del abuso. Cuando la vida empieza a reducirse casi exclusivamente al uso de redes sociales, juegos y otras actividades en la web, se pasa el límite del abuso, se entra en la compulsión y la adicción. Los adultos también solemos abusar, lo que nos quita tiempo y energía para la reflexión, la creatividad, los encuentros personalizados y mucho más. ¿Cuántas veces conversamos con alguien y mientras miramos el celular?

Por otro lado, son muchos los padres que ponen el televisor en el cuarto de los niños desde pequeños porque "así se duermen mejor", en lugar de crear un ambiente relajado que los disponga al descanso. Así los chicos crecen sin saber "desconectarse".

"Es importante que los chicos aprendan a autorregular las horas que pasan frente a las pantallas, esto les permite pensar en el tiempo que comparten con la tecnología, en las elecciones que hacen, las decisiones que toman y los contenidos que eligen", Roxana Morduchowicz.

Por lo tanto continúa la psicóloga María Inés, el abuso trae como consecuencia negativa el cyberbullying, el acceso a pornografía, el riesgo de ser contactado por adultos con intenciones de causar daño. Hay chicos que perdieron su escolaridad, se enfermaron por tener pocas horas de descanso, invirtieron las horas de descanso, tenían problemas familiares, pérdida de amigos, ruptura de relaciones de pareja y dificultades laborales en el caso de los más grandes.

Las consecuencias positivas son innumerables, como comunicarse con familiares y amigos en lugares lejanos, aprender, informarse, ver películas, escuchar música, conocer gente y costumbres de otros países, etc. Si hacemos una mirada desde el enfoque familiar sistémico, podemos ver que la relación con la tecnología probablemente siga los patrones interaccionales de cada familia. Esto es que si en la familia hay pautas claras que se respetan, lo mismo sucederá con la tecnología.

Sugerencias de la profesional

Con respecto a las sugerencias que se puede hacer a los padres, últimamente he leído artículos sobre cómo crían o criaron a sus hijos las personas que están a la vanguardia de la tecnología, entre ellos, Steve Jobs. Notablemente, eligen que sus hijos tengan contacto con la tecnología, pero no todo el tiempo. Priorizan los aprendizajes experienciales en lo físico
y en lo emocional. Ayudan a que sus hijos desarrollen la creatividad. Evitan que sean adictos a las pantallas. La clave probablemente no esté en permitir o prohibir el uso de tecnología,
sino en brindar a los hijos, desde pequeños, diversidad de estímulos y experiencias (paseos, cuentos, juegos didácticos, programas interactivos, deporte, música, conversaciones, etc.). Además, escucharlos, estar atentos a sus gustos, habilidades e intereses para proponer actividades que les resulten estimulantes y puedan desarrollar sus potencialidades. Así, al
llegar a la adolescencia, tendrán opciones y mayores posibilidades de elegir.