Foto: Maximiliano Huyema


Luciana Rago, vendría a ser para la cultura de la provincia, como el regreso de la "hija pródiga''. Es que todos los años, a veces antes, a veces después, ella retoma el camino de vuelta a casa desde Madrid -el lugar en el mundo dónde encontró refugio hace 10 años- cargando en su valija una serie de proyectos que generalmente se materializan aquí, en talleres y saberes compartidos. Esta vez, es el Museo de Bellas Artes Franklin Rawson el que -además de sus iniciativas particulares (ver Pintar no es cuestión de uno solo)- le abrirá las puertas de par en par. En la sala 3 de su edificio, la artista plástica que incursionó en pintura oriental tanto en Europa como en distintos puntos de Sureste Asiático, expondrá una original pieza realizada con tinta china.


"La siesta de las cosas'', un nombre que la remite inevitablemente a la provincia como tantas otras cosas, es el título que eligió para una gigantesca pieza -de 4 metros de largo- compuesta por 17 partes, realizada con tinta china a base de una receta milenaria que necesita hollín de pino, cola de pescado y aromatizador y como soporte, papel vegetal de corteza de árbol. Allí vuelca con manchas como punto de partida, algunos de los principios de la cultura oriental tradicional que abrazado y de la que se resiste a soltar, por el contrario, confiesa que aún tienen mucho por descubrir, como por ejemplo la pintura en seda. 


"Esta obra la hice en un proceso de residencia de investigación y trabajo creativo de cuatro meses, la mitad en Filipinas y la otra en Madrid. Si bien es casi la misma que monté en el Centro Cultural de Arte Contemporáneo Matadero de Madrid, para instalarla aquí entró en relación con el espacio, entonces mutó. Es la muestra de que la instalación está viva'', dice.


Justamente que su obra "esté viva y respire'' es un concepto fundamental para la artista. Por eso está suspendida del techo de la sala, los pliegos de papel se mueven lentamente y en un silencio perceptible -como el de la siesta- por la circulación del aire e inclusive por el contacto de la gente al recorrerla.


"Al ser el soporte de papel vegetal, mal llamado papel de arroz porque no se hace más con fibra de arroz, sino con corteza de los árboles que combinan fibras cortas y fibras largas, permite que el material sea flexible. Entonces se lo puede mojar, trabajar esculturalmente, modelar, hacer pliegues, dobleces, arrugas, hasta roturas en él. Inclusive al trabajar con tinta china en manchas y sin pincel, con gotas, con ramitas, con aerógrafos, puedo ver como va generándose el proceso y a su vez, abriéndose un campo de posibilidades inmensas. Es que la versatilidad tinta ofrece un comportamiento super azaroso y super rico cuando entra con el alquimia del agua y eso no deja de sorprender porque da sentido a esta pintura experiencia. Le da movimiento y vida a la obra'', explica sobre su obra, la que podrá visitarse hasta el 7 de marzo próximo en el museo de calle Libertador, frente al Parque. La muestra en cuestión se inauguró el viernes pasado.


Fascinada por la cultura milenaria


Hace casi una década que Luciana se adentró a este mundo tan lejano, que le mostró otra forma de expresarse, otro modo de vivir, una cultura llena de costumbres, lenguajes, silencios meditaciones y la vigencia de saberes y prácticas milenarias. 


Ella, inquieta y curiosa, con su título de licenciada en Artes Visuales en la UNSJ y una investigación avanzada en Coleccionismo de Objetos, había aplicado, en el 2009, para una beca en el Museo Reina Sofía de España. Accedió a ese "puente'' -que traería de su mano conocimientos nuevos y un máster en Investigación en Arte de la Universidad Complutense, entre muchos otros beneficios, becas y exposiciones- y se fue, casi que para siempre porque aunque volvió a San Juan, también pronto supo que Madrid sería su nuevo lugar de inspiración.


Instalada en la capital española y luego de un proceso de búsqueda de herramientas creativas, encontró hace muchos años, a un gran maestro de pintura tradicional china, quien le enseñó los principios fundamentales de este arte por un largo tiempo. Pero esto no fue todo. Viajó varias veces a la cuna de esa cultura oriental para ver de cerca como subsisten fábricas de papeles, de tintas, de pinceles especiales. Inclusive estuvo una semana semana pintando con los monjes budistas en el norte de italia aplicando la pintura como una forma de meditación activa. Después vinieron muchas otras experiencias en Japón, Filipinas e incluso se asoció con una experta en caligrafía para abrir su propio espacio creativo, una verdadera escuela de arte oriental. Ahora tiene pendiente un viaje a China que está pronto a concretar.


De todos modos, Luciana centra su gran inspiración en su abuelo Carlos, pintor por correo y casi que su mentor. "Yo era chica y me sentaba todas las tardes a pintar al lado de mi abuelo. No sé si será el destino o qué, pero recuerdo que él trabajaba con tinta china, aún retengo el olor de esos días y sus enseñanzas sobre los claroscuros'', cuenta casi como haciendo un justo homenaje a ese amor por el arte heredado, el que según sus nuevos saberes, tiene su razón de ser. Según sus propias palabras, "con la pintura oriental, tengo la sensación de que uno está aprendiendo, aprendiendo, aprendiendo, pero en un momento dejás de aprender, y empezás a recordar cosas, a evocar imágenes que aparecen sutilmente como arquetipos de sustento en mis trabajos'' dice "trayendo'' esas tardes, con el abuelo, con el que hizo sus primeras manchas.
 

Pintar no es cuestión de uno solo


Además de mostrar su obra, Luciana se ha propuesto compartir todo lo que viene investigando, experimentando y leyendo sobre pintura tradicional oriental; conceptos que ha logrado "socializar'' en talleres. Es por eso que la próxima semana abrirá su Laboratorio de Manchas con tinta china, para quien se anime a incursionar en estos procesos. No sólo enseñará en San Juan, sino que dará cursos cortos en Mendoza y Córdoba.


El martes 9 y el miércoles 10, de 18 a 21 horas, trabajará en algo tan original como divertido que ha llamado "Pintura a dúo, pintura colectiva''.


"La propuesta partirá de ciertos principios de la pintura tradicional china pero tendrá al juego como guía y al azar como disparador. Utilizaremos tinta china en la creación de paisajes internos y paisajes externos pero no como expresión individual, sino en una serie de ejercicios donde intervendrán al menos dos o tres personas que compartirán el pincel, el diálogo pictórico, los resultados de la obra ya que uno la comenzará y otro la terminará por ejemplo. Uno de los principios es que la pintura se aprende observando como pintan los otros, sus gestos, los movimientos de sus brazos, su respiración, como se relaciona con los materiales. Eso lo pondremos en práctica en esta pintura colectiva. Por eso, ésta es una maravillosa ocasión para pintar y aprender con otros, y compartir experiencias y sensaciones sobre la pintura para abrir nuevos campos de expresión'', asegura.


El otro laboratorio, que tendrá lugar 11 y 12 diciembre de 18 a 21 horas, se animará a experimentar acerca de la improvisación en la pintura a partir del carácter de los trazos. Para esta propuesta, Luciana propone un texto, algunas herramientas de la música y la danza, además de una especie de mazos de cartas de tarot que van indicando por donde empezar a pintar.


Para mayores datos e inscripciones contactarse con pinturajaponesa@gmail.com