La tierra lo atrapó siempre. Lo cautivó desde sus entrañas porque la tomó entre sus manos para ganarse la vida, para expresar y dar forma a seres que quedarán por miles de años contando parte de la historia de estos tiempos. También la tierra que lo vió nacer lo atrapó para siempre porque pudiendo haber elegido decenas de lugares, Luis Fernández Mota, volvió a sus pagos y levantó un taller construido en un pozo, con paredes de tierra, la típica ramada de caña y palos, y una cúspide que le permite conservar la humedad y temperatura adecuada para sus obras.

Eso es en Albardón, por calle Italia pasando Tucumán, en un terreno que perteneció a sus abuelos. Ingresar a ese pequeño paraíso produce una sensación de bienestar con aromas naturales de patio recién regado y detalles que sólo pueden ser colocados por las manos de un artista.

Todo comenzó cuando era muy joven cuando el teatro le ayudó a deshinibirse y a comenzar un camino de expresión a través de la cerámica. Aprendió de la mano de artistas populares como los hermanos Mendoza de Salta, y tantos otros que dejaron una impronta avalada por su propio talento.

"Necesitaba un vientre, con estabilidad térmica y adecuado para mi trabajo. Cuando llegué acá solo tenía la casa rodante y no sabía cómo iba a hacer para levantar lo que quería y necesitaba, pero de pronto apareció un mecenas que me cambio trabajos por hacer el pozo, y me entregó 500 palos", cuenta Luis.

Este proceso de años de evolución pudo ser posible no sólo gracias a los conocimientos transmitidos por sus pares de distintos puntos del país, sino también por un esfuerzo personal por aprender y asimilar las raíces propias.

"Hacer cerámica es un compromiso con el pasado sin olvidar que a través de estas obras se contarán cosas en el futuro. Es un material que a lo largo de la historia ha narrado hechos, ha marcado épocas porque perdura miles de año", explica.

Luis sostiene que "uno aprende a ser croto, recoge lo que otros abandonan para darle una utilidad. La falta de recursos te hace ser creativo para sobrevivir. Así surgen las cosas".

Pudo vivir de este trabajo gracias a que primero se vinculó con otros artesanos y encontró caminos para comercializar sus obras, y ahora utiliza internet y un blog (luisartesano.blogspot.com).

También hace trabajos a pedido, aunque muchas veces es difícil recibir la idea del otro. "Esto es un veneno para el artesano porque es uno quien quiere idear y hacer la obra", comenta.

Actualmente está trabajando en un proyecto de emplazamientos públicos que darán testimonio de cómo se vive el bicentenario.

"Este es un hecho muy importante, y muchos en el futuro querrán saber cómo se vivió, por lo que la idea es dejar testimonios de artistas populares teniendo en cuenta que perdurabilidad de la cerámica".

La idea es realizar obras desde ahora hasta el 2016, fecha de conmemoración dl bicentenario de la Independencia.

Sus obras, verdaderas narraciones de la vida cotidiana de su propio Albardón, muestran el trabajo del hombre en los viñedos, animales pastando y pequeños personajes que rememoran seguramente sus propias vivencias, sus orígenes y hasta la memoria genética.

Estos pequeños personajes luego dieron paso a los murales que fueron completando el paisaje, obras de pura paciencia que han llegado al Museo de Arte Popular José Hernández, en Buenos Aires, a los salones del Palais de Glace con una muestra denominada "Su sol en los cuatro elementos", entre tantos otros a lo largo de su vida artesana.