El Iglesia católica año tras año pone en escena a los Reyes Magos cada 6 de enero. Quienes no forman parte de la religión o no sean practicantes activos, también “celebran” esta fecha, desde otro lugar, colocando pasto, agua y los zapatos la noche del 5 de enero y abriendo regalos la mañana siguiente.

Aun así, muchas son las personas que han dedicado su vida a desmenuzar la historia y los textos bíblicos para determinar quiénes eran en realidad los “Reyes Magos”.  

Solo una vez son mencionados los Reyes Magos en el Nuevo Testamento, ante el nacimiento de Jesucristo. Luego de este hecho, no vuelven a aparecer en las escrituras.

Los Reyes Magos formaban parte de una casta de sacerdotes persas o babilonios que estudiaban las estrellas en su deseo de buscar en ellas a Dios. La palabra “mago” proviene del persa “maguusha”, que significa sacerdote.

La denominación reyes se extrae del salmo 72 (10-11), que dice “Los reyes de occidente y de las islas le pagarán tributo. Los reyes de Arabia y Etiopía le ofrecerán regalos. Ante él se postrarán los reyes y le servirán todas las naciones”. De ahí la creencia de denominar a Melchor, Gaspar y Baltazar como "Reyes Magos", provenientes de Persia, Arabia o Etiopía, respectivamente.  

¿Por qué oro, incienso y mirra?

El oro es el regalo que se estilaba darle a los reyes ya que es uno de los metales más preciado. Sirve para reconocer la realeza y la grandeza de la persona. Este fue entregado por Melchor, quien representa a las personas provenientes de la zona europea.

El incienso se quemaba para ofrecérselo a Dios en sacrificios. Hasta el día de hoy la Iglesia católica lo sigue usando en misas. Al regalar incienso, los reyes magos reconocían la divinidad del recién nacido Jesús, según el evangelio de San Mateo. Gaspar fue el encargado de entregar incienso, representando a la zona asiática.

Los judíos usaban la mirra como perfume tanto para las personas como para los objetos. Es símbolo de lo humano, de lo material, de lo carnal. El rey mago Baltazar, representando a la zona de África es quien regala la mirra.

Estos tres regalos eran símbolos de la triple naturaleza de Jesús: como rey, como dios y como hombre.

¿Eran cuatro?

Un relato del siglo XIX afirma que un cuarto rey fue a visitar a Jesús, pero a diferencia de sus pares, se perdió en el camino.

Henry Van Dyke (1852-1933), en su escrito de finales del siglo XIX cuenta que Arbatán habría dedicado treinta años de su vida en buscar al Mesías para darle joyas preciosas (un zafiro, un rubí y una perla), pero no pudo hacerlo.

Melchor, Gaspar y Baltazar habrían salido antes que él y fueron guiados por “la estrella de Belén”. Arbatán, que iba por su cuenta, se podría haber perdido al no haber visto esta guía.

Esta sin duda es una de las tantas historias que rondan en torno a los Reyes Magos, a quienes de cierta manera recordamos cada año el 6 de enero.