Son parte del calendario de quien trabaja, tanto en relación de dependencia como no. Sin embargo, justamente por esta razón de cotidianeidad que tienen las vacaciones, muchas veces no son valoradas como tal. Entiéndase por esto el seguir conectado con la labor diaria -imagínese el celular prendido al servicio de los clientes o la computadora on line con la oficina a toda hora y el dueño de ambos aparatos en malla intentando relajarse- o en el peor de los casos aquellos que las acumulan y no se las toman a su debido tiempo soñando cobrarlas o añorando la posibilidad del viaje al mundo por 80 días. Dicen los expertos que las vacaciones son más necesarias de lo que cualquiera se imagina. Por eso, bien vale preguntarse sobre su importancia.
Para Eduardo Montoro, un experto en Consultoría Emocional y casi psicólogo, las vacaciones -aclara que no son sólo las del "formato que conocemos en la actualidad que está asociado con irse a la playa, trasladarse a otra ciudad, gastar dinero y hacer compras, etc., porque son un estereotipo o producto cultural" sino que incluye a la necesidad humana del ocio y del descanso- son un marcador del tiempo. "Siempre necesitamos marcadores de nuestro tiempo, lo que es una enorme necesidad humana para cerrar etapas o concluir concretamente el año y en eso nos ayudan las vacaciones. Implican tener un tiempo que nos da la consciencia explícita que hemos cerrado un año", argumenta.
"El ritmo del año nos vuelve inconscientes de nuestra vida, necesitamos un tiempo en el que todo se desestructure, en el que los ritmos no sean los mismos de siempre. En el año laboral inclusive ciertos problemas funcionales con los demás los podemos esconder, podemos pensar que todo va bien porque funciona, pero cuando paramos la pelota, nos salimos de las costumbres, tenemos tiempo y espacio para ver hasta qué punto están realmente bien las cosas o han simplemente sido nuestra vida una inercia de la rutina" agrega y da como ejemplo que muchas de las separaciones de parejas e inclusive divorcios suceden en vacaciones.
En sintonía, la psicóloga Mónica Neman, define que "el ser humano está llamado para ser un hombre activo y eso se liga inevitablemente al trabajo. Pero si hay trabajo, hay cansancio y hay por ende, necesidad de descanso también, más en la sociedad actual que sobrevalora la actividad laboral porque se cree que cuanto más trabajo se tenga más exitoso se es pero no es así porque somos personas y no máquinas. Hay que tener en cuenta que quien valora las vacaciones, también valora su actividad. Y valorar las vacaciones significa permitirse hacer un alto en la rutina y permitirse disfrutar de esas cosas para las que durante el año no hay tiempo, permitirse reencontrarse con los vínculos (pareja, hijos, amigos) y con uno mismo y fundamentalmente ser dueño del propio tiempo sin horarios de salida y entrada, sin obligaciones, sin tener que rendir cuentas".
Con o sin valijas
La clave para estos profesionales está en cambiar los hábitos y cortar con la rutina. También en ser flexibles y en hacer cosas en familia, como comer juntos, planificar salidas, jugar hasta tarde, situaciones, que en tiempos de clase y de actividad a full cuando el despertador suena a las 6.30, están vedadas.
Para cumplir con estas metas Neman propone predisponerse a que uno merece un descanso por un lado y por otro prepararse u organizarse, así después no aparecen las culpas por el vacío que deja el tiempo libre. Aquí es fundamental apelar a la creatividad y plantearse "qué queremos hacer, qué necesitamos hacer y cómo queremos vivir este momento de ocio".
"Salir de viaje no es una condición obligatoria para tener vacaciones. Uno puede disfrutar en su casa con sólo levantarse más tarde, visitar amigos o parientes, comer otras cosas, sin horario y cocinando entre todos los integrantes de la familia, inclusive vestirse de otro modo. Lo importante es registrarlo. Porque a partir de hacerlo conciente uno está marcando una actitud y está educando. Si los hijos perciben que la mamá y el papá disfrutan de este tiempo, seguramente ellos van a tomarlo como ejemplo y van a replicarlo en sus vidas cuando sean trabajadores", argumenta la psicóloga.
De hecho, Montoro ejemplifica con humor que no va a servir de nada, salir de vacaciones si en este tiempo va a imponerse el trabajo de "estar de vacaciones y tener que ir a la playa, alquilar la carpa, estar tirado al Sol incómodo entre millones de personas hasta tal hora, pensar en comer y en que hay que hacer cola para encontrar un lugar. Esas no son vacaciones, son mandatos sociales que llegan a ser hasta más estresantes que el trabajo".
Si estos momentos de ocio y descanso se aprovechan, los resultados se verán al volver a la tarea (sea la que sea). No quedan dudas que la persona que disfrutó vuelve relajada, con más energía, sin automatismos y con otros tiempos. "Como ha tenido oportunidad de hacer el balance de lo vivido en la rutina, tiene como efecto la posibilidad de proponerse cosas nuevas. Y en lo social y familiar, el campo más importante y definitivo, habrá descubiertos a quienes lo rodean. De hecho, las vacaciones nos ponen a prueba para ver si todavía somos personas o somos rutinas", dice Montoro a modo de conclusión de sus pensamientos.

