El profesor Américo Sirvente sueña con clases divertidas, entretenidas y tecnológicas. Y no por eso menos interesantes ni carentes de contenido académico. Ha leído y analizado muchas investigaciones en el campo de la educación que le permiten afirmar que "un chico aprende mejor cuando está involucrado en el aprendizaje y cuando lo hace con alegría. Esos conceptos, sin lugar a dudas, quedan latentes para toda la vida”, asegura. ¿Y cómo se logra? Alguna vez fue el conductivismo, después el constructivismo como corrientes educativas que ya quedaron obsoletas para las necesidades del alumno de hoy. Para este experto, la clave pasa porque hoy entren al aula el conectivismo y el humorismo, es decir aliarse con una computadora con Internet y la motivación de la risa. Para lograrlo Sirvente tiene una propuesta: con un grupo de informáticos voluntarios dicta talleres gratuitos sobre cómo hacer material educativo navegable (como parte de un proyecto de investigación de la UNSJ) para que los docentes de todos los niveles aprendan a utilizar estas herramientas para transmitir contenidos de clase.
"Yo no puedo creer como a esta altura de las circunstancias hay docentes que les piden a los chicos del secundario que a sus clases no lleven las netbooks o en la Universidad, profesores que se quejan por el uso del Facebook o de los celulares, cuando son sencillas herramientas de comunicación”, comienza la charla Sirvente y da pie a la pregunta de si hay una brecha comunicacional entre docentes y alumnos.
S- Hay incomunicación porque los chicos son nativos digitales y algunos de nosotros somos inmigrantes digitales pero otros son analfabetos digitales. Muchos docentes o mejor dicho muchos adultos le tienen miedo a la tecnología porque supera sus estructuras de pensamiento. Es la resistencia al cambio. El gran desafío es ver cómo aprovechar la tecnología en la vida cotidiana y por supuesto en el aula, ya que esta herramienta ha hecho que cambien hasta las formas de pensar, de conceptuar la manera en que nos comunicamos. Nunca como hasta ahora los chicos habían estado tan comunicados. Eso sí, ha cambiado el modo de comunicarse. Pero eso no es nuevo, en otras épocas se hacían con señales de humo o por carta, ahora es por mensaje de texto, whatsApp, Facebook, redes sociales, etc, etc. Es más, la conectividad ha transformado el uso de la escuela: hoy los puntos de encuentro son las plazas o los alrededores de las escuelas donde hay alcance de wi-fi. Y no hay que perder esa oportunidad.
-Antes que nada hay que entender que el ambiente educativo, o sea el edificio escolar, ya no es el único lugar dónde uno va a aprender. Ahora el conocimiento está en la red, es ilimitado y los jóvenes se han apropiado de él. Solo por dar un ejemplo, cuando apareció el teléfono tardó 50 años en implementarse, pero el celular sólo necesitó 7 años, mientras que las redes sociales en apenas 3 años habían sido un boom revolucionario. Los tiempos se van acortando. Hoy, con los celulares, todos somos un número que permite que otros nos ubiquen, estemos donde estemos, inclusive en el baño. Entonces a los docentes no nos queda otra salida que apropiarnos de la tecnología, más en un momento de la escuela argentina donde el Estado va a repartir hasta fines del 2013 más de 3,5 millones de netbooks en todos los secundarios de gestión pública, los colegios para chicos especiales y las escuelas de formación docente, lo que significa que al menos el 9 por ciento de la población total de la Argentina va a tener computadora. Es una herramienta poderosísima, de uso cotidiano y a la que la educación debe darle lugar. Entonces los docentes no podemos reaccionar tarde, tenemos que integrarla porque esos son nuestros alumnos.