Los últimos estudios respecto de las incidencias del Covid-19 dejaron entrever como la deficiencia de vitamina D o la llamada "vitamina del sol’ es un factor recurrente entre los pacientes hospitalizados por haberse contagiado. De hecho, según la publicación del Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism de la Endocrine Society, más del 80% de los pacientes con coronavirus en un hospital español presentaban este síntoma.

Más allá de estas evidencias, lo cierto es que esta vitamina tiene un efecto inmunitario clave para enfrentar el Coronavirus. La licenciada en Nutrición, Natalia González destaca que "la vitamina D juega un papel importante en los sistemas nervioso, muscular y por supuesto inmunitario pero además es un elemento esencial para fijar el calcio y el fósforo, fortalecer los huesos y los músculos, prevenir el cáncer y la diabetes tipo 2′.

La profesional de la salud inclusive se enfoca en uno de los aspectos que más afecta a los pacientes Covid positivo como es la obesidad y diabetes por tener su inmunidad deprimida. "La disminución de la vitamina D en personas con obesidad es un hallazgo constante, ya que esta vitamina además de su papel en el mantenimiento de la integridad ósea, también estimula la maduración de diversas células, incluidas las células inmunes, así mismo se ha encontrado que la corrección del déficit de vitamina D tiene un efecto favorable sobre la masa muscular y el efecto mecánico de la depleción o pérdida de la musculatura torácica puede aumentar el riesgo de mortalidad en estos pacientes’, asegura.

Hay varias razones que pueden provocar esta deficiencia. "Puede ser consecuencia de no recibir suficiente vitamina D en la dieta (al recurrir por ejemplo a dietas restrictivas, con poca variedad de alimentos), pero además por no poder absorber suficiente vitamina D de los alimentos (un problema de mala absorción intestinal), que el hígado o los riñones no puedan convertir la vitamina D en su forma activa en el cuerpo, que se ingieran medicamentos que interfieran con la capacidad para convertir o absorberla o directamente no tener suficiente exposición a la luz solar’.

 

  • Quienes más están en riesgo

Los adultos mayores porque su piel no produce vitamina D cuando toman sol tan eficientemente como cuando eran jóvenes, y sus riñones son menos capaces de convertir la vitamina D a su forma activa. Pero además personas de piel oscura (tienen menos capacidad de producir vitamina D del sol), pacientes con trastornos como enfermedad de Crohn o enfermedad celíaca que no absorben la grasa correctamente, porque la vitamina D necesita grasa para ser absorbida (vitamina liposoluble), personas con obesidad (porque su grasa corporal se une a la vitamina D y le impide entrar en la sangre), aquellos que han sido sometidos a una cirugía de bypass gástrico, quienes padecen osteoporosis, enfermedades renales o hepática crónica, quienes tienen hiperparatiroidismo ( hormona que controla el nivel de calcio del cuerpo), personas con sarcoidosis, tuberculosis, histoplasmosis u otra enfermedad granulomatosa (enfermedad con granulomas, formaciones de células causadas por inflamación crónica), a quienes se le detectan la presencia de linfomas (un tipo de cáncer), quienes toman medicamentos que afectan el metabolismo de la vitamina como la colestiramina (fármaco contra el colesterol), anticonvulsivos, glucocorticoides, antimicóticos y medicamentos contra el Vih/Sida.

Es por eso que es de vital importancia mantener los niveles de esta vitamina, la que, según explica González, el organismo tiene dos formas de generar: mediante las comidas especialmente con la ingesta de ciertos alimentos (como pescados, lácteos, huevos, entre otros) o producirla naturalmente en la piel a través de la exposición directa al sol (en verano basta con estar bajo el sol todos los días de 7 a 30 minutos, dependiendo del color de la piel y la latitud dónde se encuentre por supuesto, mientras que en invierno debería ser del doble de tiempo, por lo menos).

"Una alimentación variada, armónica, suficiente y adecuada a cada persona es la mejor manera para incorporar esta vitamina y todos los nutrientes necesarios para el organismo. Hay que tener en cuenta que las porciones diarias necesarias las aportan todos los alimentos consumidos a lo largo del día’, afirma. Y a su vez aclara que fortalecer o potenciar la acción de esta sustancia esencial "no depende de combinación de alimentos específicos sino de cantidades consumidas u obtenidas de manera diaria a partir de los alimentos, la exposición al sol o los suplementos indicados por el médico, según corresponda’.

Un análisis de sangre basta para determinar los niveles de vitamina. "Con esos resultados, el médico evaluará si es necesario recurrir a suplementos de vitamina D, siempre bajo control médico ya que hay un límite máximo de riesgo tóxico y, por lo tanto, no se puede tomar vitamina D sin supervisión’, asegura la nutricionista quien resalta que los alimentos que mayor aporte hacen son los pescados grasos (especialmente los de aguas frías y profundas como el salmón, la sardina, el arenque, la caballa y la trucha), los lácteos (leche, yogur y quesos), también el aceite de hígado de bacalao, la yema del huevo, los champiñones y hongos secos, inclusive alimentos enriquecidos o fortificados con vitamina D (jugos, leches hasta cereales).

 

>> PARA ENFRENTAR EL CORONAVIRUS

 

Descontando la vitamina D, Natalia González, es clara al indicar desde su profesión que otros aspectos o elementos ayudan a fortalecer el organismo para combatir el coronavirus. "La mejor estrategia para un sistema inmunológico fuerte es mantener un estilo de vida saludable: alimentación variada, equilibrada, saludable. Esto incluye practicar actividad física, además de evitar o controlar el estrés dedicando tiempo a la lectura o a un hobbie, la organización y preparación casera de las comidas, descansando las horas 7 a 9 horas recomendadas, evitando el cigarrillo y el consumo de alcohol, entre otros. Fundamentalmente los nutrientes relacionados al fortalecimiento del Sistema Inmunológico son el Omega 3 (un componente indispensable para el correcto funcionamiento de las membranas celulares sobre todo para el cerebro y la retina. Asimismo, todos los ácidos grasos omega 3 reducen el colesterol malo o LDL y tienen un efecto antiinflamatorio. Se lo encuentra en el atún, semillas de chía, nueces, pescados grasos como el salmón, el bacalao, sardinas, anchoas, arenque, caballa o atún, palta, aceite de oliva y el de linaza), el Zinc (que ayuda a la generación de células del sistema inmune, con el consumo de germen de trigo, granos integrales, carne roja, pollo, pescado), el Selenio (nutriente que el cuerpo necesita para protegerse de infecciones y el daño causado por los radicales libres. Está presente en la yema de huevo, semillas de girasol, carne, pollo), vitamina C (consumir naranja, tomate, sandía, repollo, frutilla ayuda al funcionamiento de las células del sistema inmune y a la protección de las células epiteliales contra los agentes patógenos), la vitamina E que está en el aceite de oliva, girasol y frutas secas y es un poderoso antioxidante que ayuda a nuestro organismo cuando existe alguna infección, además regula la función de las células inmunes, la vitamina A (contenida en huevos, acelga, zanahoria) que participa en las respuestas regulatorias del sistema inmune y ayuda a mantener sanos los tejidos de la boca, intestino y tracto respiratorio’. 

Además recomienda "la ingesta suficiente de agua porque las funciones metabólicas dependen de ésta y si hay deshidratación, la capa mucosa del tracto respiratorio y digestivo se altera y no atrapa los gérmenes antes de entrar en la célula’.

 

EL DATO

  • La licenciada Natalia González se ha formado y especializado en diferentes aspectos de la obesidad, tanto en adultos como en niños el Abordaje interdisciplinario del paciente bariátrico. Pero a su vez, se interesa y capacita en enfermedades crónicas y en este sentido y está haciendo una Diplomatura en Terapia Nutricional en Diabetes, en la Universidad Maza. Atiende en la Clínica Médica Córdoba (Avenida Córdoba 591 (oeste), teléfonos 2644540611/2644524538) y en el Centro Médico Sagrado Corazón (Hermógenes Ruiz 1115 (sur), Barrio Parque Universitario, teléfono 4237600).