El último estudio de medición de calidad de aire que se hizo hace unos años en la provincia en distintos puntos claves, demostró que el más comprometido es el de la esquina Colorada en Rivadavia. Allí se detectaron los más altos niveles de contaminación de acuerdo al relevamiento realizado por un laboratorio especializado a solicitud de la Secretaría de Medio Ambiente de San Juan. De esta investigación también surgió que son las fuentes móviles (autos, camionetas, utilitarios, camiones y motos), las que más contaminan con las emanaciones de dióxido de carbono.
Paso seguido, la provincia adquirió un equipo de monitoreo de gases con el cual se vienen realizando operativos en forma permanente. La información resultante de estos controles está siendo recopilada, y a partir de febrero comenzará a ser procesada para obtener datos estadísticos actuales de calidad de aire que serán dados a conocer en marzo, de acuerdo con lo señalado por Yalia Daroni, subsecretaria de Desarrollo Sustentable.
"Creemos que la situación debe haber mejorado respecto del último estudio porque el parque automotor de San Juan se ha renovado de manera considerable, además la exigencia de la Revisión Técnica Vehicular, ha demandado mejoras en las unidades más viejas. Esos datos estarán disponibles en marzo, momento a partir del cual se brindarán informes sobre el tema para que la población tome conciencia de la situación, a la vez que se tomarán las medidas pertinentes. A esto se suma otro proyecto concreto para realizar control de calidad de aire en el Río San Juan a través de telemonitoreo. Se aprovechará la tecnología ya existente por la cual la información se transmite a un software de forma automática", explicó Daroni.
El telemonitoreo del Río San Juan se realiza por medio de un sistema automático que posee una arquitectura de procesamiento distribuida en 5 estaciones terminales ubicadas en el cauce del río para conocer la calidad del agua.
Éstas cuentan con sensores cuya información es automáticamente transmitida, por medio de redes satelitales y de telefonía celular, a intervalos regulares a un centro de recepción y procesamiento de la información. Los datos recibidos son almacenados en bases de datos. Cuando los valores medidos superen niveles críticos, los programas de procesamiento emiten alarmas para facilitar la acción del personal del organismo ambiental provincial responsable del control de la contaminación. Precisamente ésta es la tecnología que quieren aprovechar este año, a través de la incorporación de un sistema similar, para medir los niveles de calidad del aire en ese cauce.
Así las cosas, no queda otra alternativa que esperar a conocer los datos que están siendo recopilados para conocer la situación actual, que no deja de ser preocupante teniendo en cuenta el enorme crecimiento del parque automotor, y la incidencia de estos gases en el ambiente.
El gas contaminante
El dióxido de carbono (CO2), también denominado anhídrido carbónico, es un gas incoloro, denso y poco reactivo. Forma parte de la composición de la tropósfera (capa de la atmósfera más próxima a la Tierra) actualmente en una proporción de 350 ppm (partes por millón).
El balance del dióxido de carbono es sumamente complejo por las interacciones que existen entre la reserva atmosférica de este gas, las plantas que lo consumen en el proceso de fotosíntesis y el que es transferido desde la tropósfera a los océanos, donde se disuelve.
El dióxido de carbono ha estado siempre presente en la naturaleza y es imprescindible para su equilibrio, el cual, se consigue a través del llamado "ciclo del carbono", donde, durante un largo periodo de tiempo, se producen, en un proceso biogeoquímico, una serie de transformaciones del CO2 esenciales para la regulación del clima y la vida en la tierra.
El dióxido de carbono, junto al vapor de agua y algunos otros gases, es uno de los responsables del efecto invernadero (GEI) que contribuyen a que la Tierra tenga una temperatura tolerable y adecuada para la existencia de la vida en el planeta, ya que ayudan a atrapar el calor proveniente del Sol. Sin embargo, un exceso de dióxido de carbono supone un aumento del fenómeno conocido como efecto invernadero, reduciendo la emisión de calor al espacio y provocando un mayor calentamiento del planeta.
El aumento del contenido de dióxido de carbono que se está experimentando actualmente es el componente principal del cambio climático global, por lo que se debe de dejar de lanzar CO2 a la atmósfera, así como los otros GEI (metano, óxidos de nitrógeno, ozono, clorofluorocarbonos) o el calentamiento de la tierra será irreversible.
Durante los últimos 150 años, y especialmente a partir de la Segunda Guerra Mundial, la actividad industrial ha provocado que grandes cantidades de carbono que hasta entonces se encontraban almacenados en el subsuelo, sean liberados a la atmósfera.
Esto es grave, si se tiene en cuenta que la vida en el planeta depende de que los niveles de dióxido de carbono no disminuyan ni aumenten en demasía. Sin la presencia de CO2 y otros gases que permiten que el calor quede atrapado cerca de la superficie de la Tierra, la temperatura media atmosférica bajaría a 6ºC. Por otro lado, si aumenta la cantidad de CO2, el agua de los océanos entraría en ebullición.