Hoy se termina el Mundial de Fútbol. Pero en el país, las consecuencias en el ánimo de muchas personas se dejan notar. En especial desde que la selección argentina cayó derrotada por la alemana y por lo tanto eliminada del torneo más importante de este deporte. Las imágenes de hombres, mujeres y niños llorando por lo sucedido, se podían ver en todo el país. Esto puede traer consecuencias para la salud si traspasa el límite de la pasión para transformarse en una obsesión. Se puede aplicar también a otros ámbitos de la vida cotidiana como por ejemplo una ruptura sentimental, el trabajo, amistades, entre otras. La psicóloga sanjuanina, Mónica Oliveros (MP256), habla sobre el tema con Revista ¡OH! y da algunas herramientas para tener tener en cuenta.

La profesional explica que, cuando se tiene una pasión, la persona se siente viva, entusiasmada; todo lo que era importante en la vida pasa a un segundo plano y concentra todas las expectativas en ese objetivo que adquiere una relevancia insuperable. Si la pasión está basada en la libertad y la voluntad, motiva y ayuda a canalizar esa fuerza vital, de modo constructivo para adquirir los anhelos. El peligro radica cuando ese flujo tan intenso de emoción pasional paraliza el ejercicio de la razón e impide el análisis realista de las circunstancias que rodean al sujeto. En ese estado, si se consigue el objetivo se siente felicidad plena, pero si esas expectativas no se cumplen, la persona se sume en una frustración que convierte su vida y el mundo que lo rodea, en algo tormentoso, lamentable, amenazante, y en grados patológicos, hasta puede hacer sentir que nada más vale la pena.

Es el caso de las personas representadas por estos días en los titulares publicados en los medios. Allí hablan de la mayor incidencia de urgencias cardíacas en los hospitales por el estrés del mundial, y los casos de depresión o angustia postraumática tras la eliminación de la selección Argentina frente a Alemania.

La respuesta a esta reacción destructiva frente al fracaso de las expectativas, radica en las variables en las que se basa la pasión , y en la imposibilidad de distinguir entre "necesidad" y "pasión".

Según la profesional, cuando la persona tiene temas no resueltos en su interior y las experiencias o el miedo no le permiten darle un cierre satisfactorio; trata de rellenar ese vacío existencial o esa carencia interna con algo de su entorno que elige para depositar su "apasionamiento", como un intento de compensar esa necesidad inconciente.

Así, por ejemplo, si alguien se siente irrealizado en la vida, o cree imposible alcanzar sus metas o lograr éxitos personales, puede volcar esas expectativas en un deporte tan popular como el fútbol, y darle a éste un valor excesivo, convirtiendo patológicamente, los triunfos deportivos, en algo imprescindible para sentirse bien. Es un estado alterado, obsesivo, en el que convierte una pasión en sufrimiento y en el que se intenta cubrir una necesidad interna no satisfecha. La imposibilidad de diferenciar entre necesidad y pasión puede llevar a una persona a estados pasionales dañinos para sí mismo y para su entorno.

En este sentido surge el interrogante de cómo se puede revertir ese sufrimiento y reorientar toda esa energía en algo constructivo para la vida de la persona. Oliveros explica que:

* Primero, hay que permitirse aceptar la tristeza como un sentimiento que invita a reflexionar acerca de lo que está pasando; explorar en el interior para descubrir cuales son la verdaderas motivaciones personales qué tienen real valor en la vida.

* Distinguir cuales son las carencias y limitaciones para aprender a aceptarlas y superarles, en lugar de esconderlas y suplantarlas por éxitos externos cargados subjetivamente de un valor exacerbado.

* Se debe aprender a sacar ventajas de la frustración. Si todo saliera bien en la vida, no se tendría la oportunidad de aprender nuevas habilidades, se perdería la motivación que surge de la necesidad de crecer y madurar, de vencer los obstáculos que se presentan a diario.

* Cuando no se libera la tensión que crea una frustración, a través de conductas adaptativas que den satisfacciones reales, esa tensión puede convertirse en autoagresión (en el caso de enfermedades cardíacas o depresión por ej.) o en conductas antisociales (como los hechos habituales en las canchas de fútbol del país).

* Para evitar ésto, es importante asimilar la frustración:

aceptando que además de los deseos personales, existe una realidad exterior con la que éstos se confrontan a diario.

* Que no siempre se sale victorioso en el primer intento, sin que ésto signifique que se deba renunciar.

* Considerar un fracaso como la oportunidad de nuevos aprendizajes, de cambios positivos.

* Orientar las energías en producir y conseguir victorias y logros realmente propios.

* Considerar que si bien la frustración no es agradable, no es patológica por sí misma, se la convierte en patológica cuando no se recicla positivamente la tensión que se desprende de ella.

* Trabajar en reforzar la autoestima, para poder mantener una valoración saludable de la vida personal, a pesar de los fracasos.

* Madurar como personas, asumiendo alegrías y pesares, afrontando las dificultades sin abandonarse en la desesperanza; y asumiendo una actitud positiva y optimista para revertir las limitaciones.