El cuerpo se libera constantemente de las células muertas, para que la piel se mantenga sana y en condiciones. Este proceso, aunque permite la renovación y la aparición de la piel nueva, normalmente no ocurre de forma regular.

Diariamente el organismo genera células en la capa más profunda de la epidermis. Estas células nuevas van ascendiendo y pasando por cada una de las capas superiores. Este proceso demora aproximadamente 28 días en alcanzar la superficie de la piel, donde se depositan para ser eliminadas.

Lo positivo de esta renovación natural es que la piel nunca se desgasta; lo negativo es que esos residuos que quedan pueden ocasionar un aspecto grisáceo, manchas irregulares y despellejamiento, entre otras cosas.

En otoño e invierno este proceso se hace más evidente ya que la piel se reseca y descama con mayor facilidad y las células muertas quedan "atrapadas" en la ropa.

La exfoliación es la eliminación de las células que ya cumplieron su ciclo, y resulta un paso fundamental, porque gracias a ella se erradican las impurezas y las alteraciones que se presentan en la piel y se combate la sequedad. Esta temporada es la indicada para estos procedimientos.

A través de la exfoliación la epidermis se oxigena y queda lista para recibir cualquier tratamiento, desde nutritivos hasta antimanchas.

Debido a las características particulares de cada cutis existen distintos tipos de exfoliantes, que funcionan de manera diferente y proporcionan beneficios específicos.

Los exfoliantes químicos (productos cosméticos) disuelven los enlaces que mantienen unidas a la superficie de la piel las células muertas, mejorando la luminosidad cutánea y preparando el camino para la hidratación.

Los exfoliantes manuales (guantes de crin, esponjas vegetales) sirven para borrar las imperfecciones y refinan la textura de la piel y limpian los poros. Los exfoliantes granulados atenúan las líneas de expresión.

A su vez las necesidades de exfoliación cambian con la edad, el clima, el ritmo de vida e incluso con la ingestión de ciertos medicamentos.

Las pieles secas requieren que un producto suave y muy emoliente; las grasas uno más intenso y menos humectante.

Para pieles maduras nada mejor que los exfoliantes con altas dosis de sustancias nutritivas; además el tratamiento en estos casos deberá hacerse con más asiduidad.

En climas secos es fundamental que posea elementos hidratantes y, si se consumen fármacos con efectos secundarios sobre la piel, la exfoliación deberá ser suave y espaciada.

Si la epidermis nunca ha sido exfoliada es posible que la primera vez se produzca un pequeño brote de granitos, por la acción liberadora de las glándulas sebáceas obstruidas debajo de la superficie de la piel.

En las pieles grasas o con tendencia a la oleosidad existe una mayor predisposición a que suceda esto. A pesar de ello cabe mencionar que estas espinillitas se secarán en poco tiempo y no implican que se trasformarán en acné.

La exfoliación no es sólo cosa de mujeres, ya que a la piel masculina la ayuda a evitar los pelos encarnados y a que éstos no salgan con la misma fuerza; algo que provoca irritación en los hombres que tienen la barba dura.

Para aplicar los exfoliantes se debe antes que nada retirar el maquillaje con jabón, crema o gel de limpieza. Luego se humedece la piel y se masajea el producto sobre el rostro (o el cuerpo) por partes. El masaje, que debe durar aproximadamente un minuto en cada sección, tiene que ser siempre circular y delicado para no producir lastimaduras ni inflamación.

A continuación se retira con una esponja suave mojada o simplemente con agua templada y se seca con una toalla limpia. Finalmente se aplica la crema habitual.